Ilustración: @RoFerrerIlustra (Twitter)
Por Mariana DM
En los últimos días se generó una polémica en las redes sociales alrededor de un cruce entre Jimena Barón y su ex-pareja y padre de su hijo, Daniel Osvaldo. A raíz de esto surgió en Twitter el hashtag #YoCrioSola, en donde miles de mujeres compartieron sus historias de madres solteras o de hijxs cuyas madres lxs habían criado solas. En función de esto se reveló una problemática que atañe a una gran cantidad de mujeres en la Argentina: la crianza de sus hijxs sin un padre.
La familia es una de las instituciones centrales en las sociedades occidentales desde hace siglos y hoy, a pesar de los cambios, continúa como un pilar indiscutible. Sin embargo, la “familia tradicional”, conformada por padre, madre e hijxs, se ha ido modificando a lo largo de los años. Los nuevos roles sociales que fueron asumiendo las mujeres, los anticonceptivos, el control de la natalidad y la legalización del divorcio y del matrimonio igualitario fueron algunos de los factores que contribuyeron a esas transformaciones. Hoy existen múltiples tipos de familia: familias ensambladas, con dos padres, con dos madres o monoparentales. Sin embargo, también existe hace siglos un formato de familia particular conformada sólo por la madre y lxs hijxs y que es mal llamada “mono-parental”.
Según cifras del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) el 85% de todos los hogares a cargo de una sola persona está encabezado por una mujer. Es decir, casi 9 de cada 10 hogares llamados “mono-parentales” deberían ser, en realidad, “mono-marentales”. A su vez, el 26,7% de las mujeres jefas de hogar son jefas de un hogar “mono-parental”, mientras que sólo un 3,7% de los hombres son jefes de hogares de esas características. A todo esto hay que sumarle que el 50% de las mujeres que crían solas a sus hijxs están bajo la línea de pobreza.
¿Qué se quiere mostrar con esto? ¿Cuál es la discusión de fondo? Por un lado, que en la gran mayoría de los casos la responsabilidad por la procreación (deseada o no) y de la crianza recae sólo en la mujer. A su vez, la desprotección por parte del Estado es total, tanto en términos sociales como económicos. Mientras que a las mujeres se las obliga a ser madres, teniendo en cuenta que en nuestro país aún existe la penalización e ilegalidad del aborto, no hay ningún tipo de política pública que las ampare ante el abandono del padre ni que facilite la tarea de la crianza. Por otro lado, en términos económicos y laborales, la mujer, sólo por su condición de mujer, se ve más perjudicada para encontrar trabajo y mantenerlo y si a eso se le suma la condición de “madre soltera”, todo empeora. Los trabajos más precarios, los salarios más bajos y la incertidumbre laboral son moneda corriente para las mujeres, situación que, lógicamente, dificulta aún más la maternidad.
La relación que se establece entre la crianza y las mujeres sigue siendo un gran problema en Argentina porque, o se excluye directamente al padre o se lo considera un mero “apoyo”, quitándole responsabilidad y participación. A su vez, esto genera y profundiza el sentimiento de culpa que pueden llegar a sentir algunas mujeres por no querer ser madres, querer seguir trabajando o progresando profesionalmente a pesar de tener hijxs o simplemente quejarse por su situación. Culpa que, evidentemente, muchos hombres y padres no sienten.
Todas estas cuestiones salieron a la luz a partir del hashtag #YoCrioSola, lo que dejó demostrado, también, la falta de contención que tienen las mujeres que crían solas a sus hijxs y la necesidad de contar las experiencias que debieron callar durante años. Hay que dejar en claro que, además del reclamo por la ausencia paterna, se exige la presencia de un Estado que se haga cargo de esta situación a partir de políticas públicas y programas pertinentes.
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