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Foto del escritorRevista Resistencias

Revisar el genocidio para remontar la Utopía



Por Jorge "Chiqui" Falcone


En el mes de la Juventud


“No hay nada más altruista que un joven”.

Silvio Rodríguez




La última ofensiva estratégica del pueblo argentino


Quienes tuvimos una formación militante de carácter político-militar denominamos “ofensiva estratégica” a la escalada de alguno de los bloques históricos en pugna en cuyas circunstancias se juega el todo por el todo.


La larga marcha del pueblo argentino emprendida desde el Siglo XIX por los malones originarios, la montonera federal, la chusma irigoyenista, el movimiento libertario, y los descamisados de Perón y Evita, generó hacia mediados de los años 40 una inédita experiencia de organización y fortalecimiento de los sectores populares que - con sus aciertos y limitaciones - construyó el Estado de Bienestar desafiando a los dueños del poder, quienes hicieron sentir su escarmiento hacia 1955.


En aquel mundo bipolar pactado en Yalta tras la Segunda Guerra Mundial, buena parte de los jóvenes que conformaríamos lo que se conoce como Generación del 70 puso en acto el belicismo expresado por un líder nacional de extracción castrense: “Por cada uno de los nuestros que caigan, caerán cinco de los suyos”, “Los vamos a colgar con alambre de fardo”, “Al enemigo ni justicia”, “La violencia en manos del pueblo no es violencia sino justicia”, “La violencia de arriba engendra la de abajo” (para muestra basta consultar el apartado “La guerra integral” del documental “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder” oportunamente realizado por Pino Solanas y Octavio Getino)


Los casi 18 años de proscripción y resistencia integral por parte de las mayorías nacionales hacia 1973 consiguieron arrancar un breve lapso democrático, abortado en 1976 a causa de la radicalización de la lucha sindical y la creciente demanda de participación en el reparto del PBI por parte de la clase trabajadora.


Lamentablemente, el pensamiento de época antes descripto derrapó hacia ese interregno constitucional reconquistado entre 1973 y 1976. ¿Cabía entonces en 1975 apelar a la acción directa contra un gobierno como el de Isabel - López Rega? La traición al Programa del FREJULI y el asedio paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina nos condicionó a entenderlo así, al punto de pasar a la clandestinidad. A continuación, frente el saqueo y baño de sangre inaugurados por la última dictadura, consideramos erróneamente que semejante embate no tardaría en unificar a la oposición popular. Pero aquella reacción se demoró prudentemente buscando escudriñar al gobierno de facto. La moraleja resultante fue que "cuanto peor… peor".


No obstante - pese a los estigmas reaccionarios que aún pesan sobre la experiencia montonera (a la que adhirieron la mayor parte de l@s compañer@s secuestrad@s en la Noche de los Lápices) y más allá de las autocríticas que correspondan -, seguramente no sea una de ellas el haberse atrevido a polemizar públicamente con el propio General Perón, o haber propiciado la repatriación del cuerpo de Evita, o haber marcado a fuego y expropiado para autofinanciarnos a esos grupos económicos que, aliados al actual gobierno, siguen saqueando a la Nación.



La última ofensiva estratégica de la oligarquía local


A la perspectiva, hoy puede considerarse que el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional perpetró sobre l@s argentin@s una suerte de lobotomía social, cuya consecuencia es la cultura del escarmiento que aún arrastramos. Algo así como si nuestro pueblo hubiera ahorrado durante casi dos décadas un capital de experiencia dentro de una alcancía que el gobierno de facto vino a destruir despojándonos de un valioso patrimonio de lucha (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, mengua del rigor organizativo)


El genocidio atentó pues contra la materialidad y la subjetividad de los argentinos, puesto que hubo que desaparecer alrededor de 30.000 personas para hacer desaparecer luego el plato de comida de la mesa de las grandes mayorías. La democracia condicionada que sobrevino en 1983 inauguró un período tácitamente acordado entre la clase política y los genocidas en retirada, status quo sólo cuestionado a fondo durante el Argentinazo de 2001.



La Revolución es un Sueño Eterno” (*)


A 42 años del intento más feroz por postrar a nuestra Patria poniéndola al servicio de las grandes corporaciones multinacionales, este nuevo mundo multipolar nos enfrenta a inéditos desafíos: Ya no se trata sólo de que una clase social prevalezca sobre la otra, sino de tomar conciencia de que la supervivencia de nuestra especie, esclava del paradigma desarrollista del progreso ilimitado, peligra tanto como lo diagnostican numerosos científicos que vaticinan que a este tren de explotación de nuestros recursos naturales el planeta no duraría más de dos siglos. La latitud geopolítica que ocupamos remite a uno de los más codiciables reservorios de riqueza alimentaria de un mundo severamente hambreado. Como ocurre entonces por estas horas con la Venezuela bolivariana en pos del petróleo, el Norte Global - cuya hegemonía a estas horas disputan comercialmente Estados Unidos y China - hinca impiadosamente sus garras sobre nuestras riquezas.


Los grandes movimientos nacionales del Siglo XX han cumplido su ciclo ofreciendo lo mejor de sí. El compromiso perentorio de una nueva generación comprometida con el cambio revolucionario parecería consistir en 1) ajustar su diagnóstico de la crisis civilizatoria en curso; 2) estudiar las características de un colonialismo en redefinición, a la luz del sistema-mundo que se viene configurando; 3) repensar a la nueva oligarquía volcada a los agronegocios y el extractivismo, que dista mucho de ser aquel patriciado nucleado en torno a la vieja Sociedad Rural; 4) precisar al nuevo sujeto social transformador, que - superada la era metalmecánica e imperando la telemática - seguramente ya no será exclusivamente la clase obrera industrial que protagonizara las transformaciones del pasado sino más bien una clase trabajadora formal e informal; y - obviamente - 5) poner en debate las viejas ideas sobre la toma del poder, a conciencia de que bregar por una sociedad no capitalista en la que impere la Justicia Social constituye una causa absolutamente vigente.


En todo caso, lo más alentador quizá sea advertir a diario que a pesar de la lección más terrorífica de la clase dominante, los argentinos no nos hemos transformado en un rebaño de ovejitas, y seguimos dispuestos a RESISTIR Y LUCHAR.



(*) Título de una de las más célebres novelas de Andrés Rivera, magistralmente adaptada al cine por Nemesio Juárez.-



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