Por Mariana Di Mauro
Apenas pasaron algunos días de la asunción del nuevo presidente Alberto Fernández y ya se comienzan a respirar nuevos aires, especialmente para el feminismo. No es novedad la desestimación y el retroceso que hubo en materia de derechos para las mujeres y disidencias durante la gestión de Macri, pero tampoco es una novedad la lucha y la resistencia feminista. En los últimos años, los movimientos de mujeres y disidencias cobraron un fuerte protagonismo y se convirtieron en uno de los sujetos políticos más fuertes a la hora de hacerle frente a las políticas de exclusión del gobierno de Cambiemos. Sin embargo, también saben marcarle la cancha al nuevo equipo presidencial y abrirse paso en la nueva agenda del Estado.
Una de las novedosas medidas que se venía escuchando hace tiempo era la creación de un ministerio de la mujer. Cumpliendo con lo prometido, Alberto Fernández comunicó, el pasado miércoles, a través del Boletín Oficial, la creación del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta, más conocida como “Eli”. Ella es una referente del feminismo y proviene del campo popular, detalles importantes que tendrán gran peso a la hora de ejercer su cargo. Por otro lado, también es abogada de Milagro Sala, líder de la organización Tupac Amaru, sobre quien ha señalado que “está condenada por ser mujer”. En este sentido, es interesante resaltar su postura y su pensamiento sobre el agravante que significa la condición de mujer para la justicia, lo cual da una pauta de su línea política y su futuro accionar en estos casos. Los ejes de su gestión girarán en torno a fortalecer las políticas públicas en materia de género y diversidad, y otorgarles transversalidad y federalismo para que atraviesen no sólo todas las áreas del Estado sino también, todas las provincias argentinas. A su vez, se prevén dos secretarías para complementar y efectivizar las tareas del nuevo ministerio: una abocada a la problemática de las violencias de género y otra a las políticas de igualdad y diversidad.
En la Provincia de Buenos Aires también funcionará el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual y, al igual que en Nación, estará encabezado por una referente feminista: Estela Díaz. Estela llega desde la Secretaría de Género de la CTA de los Trabajadores y es parte de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Ya adelantó que compartirá la línea y trabajará en conjunto con Gómez Alcorta para tratar la emergencia que existe en materia de violencia de género y la crisis que han sufrido mujeres y disidencias en la Argentina estos últimos cuatro años. Los nombramientos de Estela Díaz y de Eli Gómez Alcorta significan una conquista clara del feminismo en la política estatal y un aire esperanzador para el movimiento.
Otra medida tomada por el nuevo presidente fue devolverle la jerarquía al Ministerio de Salud, con Ginés González García a la cabeza. El nombramiento de González García también significa un avance en términos de derechos para las mujeres ya que su primera medida fue poner en vigencia el Protocolo para la Interrupción Legal del Embarazo que el ex presidente Macri había vetado por decreto. En la conferencia de prensa en la que lo notificó fue claro al decir que este protocolo es un “instrumento sanitario para que se cumpla no sólo con la ley, sino con los derechos de las personas que, lamentablemente, están en una situación de interrupción legal del embarazo”. También remarcó que se trabajará sobre su sistematización para que sea correctamente aplicado en todas las provincias del país y se comprometió a intervenir en los casos en que no se cumpla con la ley. Con respecto a la legalización del aborto, si bien González García en esta ocasión no hizo referencia explícita a su postura, es conocida su inclinación a favor de la legalización de la práctica, al igual que la del actual presidente. Además, en otra ocasión mencionó que el nuevo ministerio será un "ministerio verde" refiriéndose a la ecología, pero puede interpretarse como un guiño para quienes esperan la ley de aborto legal, seguro y gratuito. Sin embargo, según los dichos del ministro, el eje estará puesto en el cumplimiento de las leyes vigentes, tales como la ley de Salud Sexual Reproductiva y la ley de Educación Sexual Integral, cuyos niveles de implementación son muy bajos.
La llegada de Alberto Fernández al poder estuvo marcada por las cuestiones de género y por las demandas que se vienen sosteniendo desde el movimiento feminista. En sus discursos de asunción, tanto en el Congreso como en Plaza de Mayo, presentó una clara línea de trabajo en materia de género y mostró compromiso con la grave situación que viven hoy en Argentina mujeres y disidencias. Habló sobre la discriminación por orientación sexual, reivindicó la consigna “Ni Una Menos” y la planteó como política estatal y prometió poner al Estado a trabajar en la igualdad de género. No es menor, tampoco, que haya mencionado la sobrecarga que sufren las mujeres en el trabajo y en los hogares: “Pondremos especial énfasis en todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae sobre las mujeres”.
Con estas nuevas medidas tomadas por el nuevo presidente se esperan mejoras en las condiciones de vida de las mujeres y disidencias argentinas. Sin embargo, no hay que olvidar que el hecho de que un presidente haga referencia en sus discursos a las desigualdades en las tareas de cuidado, que reivindique demandas de los colectivos feministas y que proponga la violencia de género como un tema central de Estado, es una victoria más de la lucha feminista. La consolidación del feminismo como movimiento popular y la incidencia que fue conquistado en el escenario político se ven reflejadas en estos discursos y en estas medidas.
En el 2016 las feministas fueron quienes le realizaron el primer paro nacional al ex presidente, y de aquel tiempo a esta parte no hicieron más que crecer en organización y lucha por sus derechos. El nuevo presidente se encuentra con un actor social y político que se hace cada vez más fuerte y que está preparado para marcarle el ritmo y los límites siempre que sea necesario. Aunque el gobierno cambie, la lucha continúa.
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