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Foto del escritorRevista Resistencias

Nehuén Rodríguez, el gatillo fácil y la policía "transa"



Anto Giuso - Ayer (18-7) detuvieron a uno de los policías responsables de la muerte de Nehuén Rodriguez, José Daniel Soria Barba. Pero su detención no fue por el asesinato del joven, sino por robar droga de un operativo policial en el cual estaba a cargo del traslado de la misma. Mientras las fuerzas de seguridad se escurren con tal impunidad, nuestros pibes mueren. 


El 15 de diciembre de 2014 los entonces policías metropolitanos Daniel Castagnasso y José Daniel Soria Barba embistieron con su patrulla a Nehuén Rodríguez de 18 años, en la intersección de las calles Brandsen y Av. Ramón Carrillo, en el barrio de Barracas. Soria (acompañante) y Castagnasso (conductor) cruzaron en rojo, a alta velocidad, sin sirenas ni luces que advirtieran su paso. Nehuén conducía su moto a baja velocidad en una calle empinada y cruzaba el semáforo a su favor. La escena del choque fue

manipulada por las fuerzas de seguridad que asistieron al llamado de los conductores. Horas más tarde, Nehuén muere en el Hospital Argerich. A partir de ese momento familiares, amigxs, vecinxs y organizaciones políticas y sociales acompañan el caso y exigen justicia. Se organizaron numerosas marchas, cortes e intervenciones culturales para acelerar el proceso judicial y sobre todo dejar en claro que no es un caso aislado. Durante el juicio que comenzó el 27 de febrero de 2018 hasta el mes de abril, a Daniel Castagnasso por ser el conductor del vehículo y asesino, se lo condenó a 3 años y 6 meses de prisión en suspenso, una pena excarcelable. Soria Barba tiene hoy una causa abierta por falso testimonio durante dicho juicio.


Gatillo fácil, represión, venta y distribución de droga, robos armados, zonas liberadas, en todas estas situaciones las fuerzas de in-seguridad están implicadas. En otras palabras funden a la juventud en la droga, nos matan si no robamos para ellos, nos reprimen cuando reclamamos por nuestros derechos y somos víctimas de las zonas que liberan para sus propios intereses y los del poder gobernante. Ejemplos sobran, pero para no dejar líneas en el tintero recordamos: Luciano Arruga, Kiki Lezcano, Paly Alcorta, Natalia y Nuria, Rodrigo Neto y otros tantos casos. Desde la vuelta a la democracia las fuerzas de seguridad se cobraron la vida de 4960 personas, una cifra que se eleva cada año; a cada rostro, a cada nombre las barriadas más pobres le dedican sus paredes para no olvidar. La batalla ya no es contra una dictadura sangrienta, ahora es la democracia la que muestra la hilacha de las injusticias con las que se sostiene. Esa dónde un policía es condenado cuándo deja mal vista a la institución por el hurto de drogas, pero no cuando encubre el asesinato de un pibe.

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