Por Carlos Aznárez
Lula Libre es la victoria de la justicia de la razón que siempre caminó en contramano con la justicia sistémica que mantuvo al ex presidente en prisión solo por venganza y revanchismo.
Lula Libre es la mejor noticia que podía recibir el pueblo brasileño y Nuestramérica entera, horas después que ese títere del imperio que se llama Bolsonaro produjera la afrenta de votar junto a Trump para que siga el bloqueo contra un pueblo hermano, el de Cuba.
Lula Libre es la demostración de que quienes montaron toda la estrategia golpista para sacarlo del escenario político, desde el juez Sergio Moro, a quien Bolsonaro premió nombrándolo ministro, hasta el ex presidente golpista Temer, han fracasado estruendosamente. Creyeron que con esa decisión de meterlo entre rejas “para que se pudra en la cárcel toda la vida” (Bolsonaro dixit) iban a derrumbar a quien se forjó en la lucha a fines de los años 60 en las Industrias metalúrgicas Villares, en Sao Bernardo do Campo, o cuando en 1969 fue elegido junto a su hermano mayor en la comisión directiva del Sindicato. Lula en aquella época como en la presente no retrocedió ante el autoritarismo de militares trasnochados que implantaron una férrea dictadura, y al frente de los trabajadores del ABC paulista demostró que pertenecía a un tipo de dirigentes que estaban dispuestos a combinar gremialismo y política para que los de abajo no sean pisoteados.
Lula Libre es el regalo merecido para los que lo aguardaron allí en las puertas de la prisión de Curitiba desde el primer día, agitando las banderas de los Sin Tierra de Brasil y del PT, conscientes de que la pulsada era difícil pero no imposible. Bajo la lluvia muchas veces, inundando sus improvisadas tiendas de campaña, o soportando los palos de la policía brasileña en otras oportunidades, esas mujeres y hombres de tez morena y manos forjadas por el trabajo deshumanizador a que los sometieron los que odian a Lula, respondieron a las contingencias negativas con una sonrisa sabiéndose tarde o temprano, vencedores.
Lula Libre es también el gran triunfo de la solidaridad internacionalista, de sur a norte, de este a oeste del planeta, ese slogan volcado a decenas de idiomas, presidió movilizaciones multitudinarias o concentraciones frente a embajadas brasileñas y también interrumpió actos protocolares y solemnes de la derecha mundial, para demostrar que a los presos políticos no se los olvida. “Free Lula”, le gritaron un día a Trump en pleno rostro, y se lo repitieron a otros como él en Europa. Y ni qué decir las veces que lo oyó Bolsonazi a lo largo de sus giras, varias veces truncadas por la bronca de los brasileños de la diáspora.
Lula Libre, es de aquí en más una esperanza, la de poder sacar del medio a un gobernante inequívocamente ligado al fascismo al racismo, a la guerra, a la muerte.
Lula Libre es un homenaje a Marielle Franco y a muchas y muchos como ella que fueron asesinadas por las balas del paramilitarismo bolsonarista.
Lula Libre es un festejo y un aliento, para los que pelean en Chile, en Haití, en Honduras, en Panamá y en Palestina. También, para los que defienden al gobierno popular de Evo Morales y Nicolás Maduro, grandes amigos y compañeros de quien hoy recuperó su libertad.
Lula Libre, lo digo desde esta Isla de la Dignidad que es Cuba Socialista, es lo que ha provocado en todos los ámbitos de esta trinchera rebelde un grito al unísono, cuando se supo la noticia. Y por la calle, el saludo obligado por estas horas es ese precisamente: “Lula Libre”, al que la interlocutora o el interlocutor responde con una sonrisa y grita: “Lula Libre”.
Ahora, solo resta que empecemos a corear la otra consigna: «Chau Bolsonaro: andate con Macri, antes que te pase lo que a Piñera».
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