Por Carlos Aznárez
Jorge «Chiqui» Falcone* es un intelectual revolucionario, con un ojo puesto en la cámara y los dos pies en la calle, al borde de la barricada de los descamisados. No habla ni predica desde el púlpito, sino que se embarra los pies con los que sufren miseria, hambre y persecución, precismente porque no es un cuerpo extraño a la sociedad de los impenitentemente insurrectos. Proveniente del ardiente montoneraje setentista que quiso y casi pudo asaltar los cielos para que la tortilla se vuelva, hermano de María Claudia Falcone, secuestrada y desaparecida por los militares en septiembre del 76, por ser también Montonera y cargar en su mochila los antecedentes de la combativa lucha por el boleto estudiantil. O sea, el Chiqui es uno de los nuestros con todo lo que significa esa palabra tan entrañable: compañero.
Pero vamos al grano, puesto que el último documental de Falcone (Patria víbora mutando piel) merece atención especial, ya que se trata de un trabajo de profundo contenido ideológico, algo que en estos tiempos no es fácil encontrar en el torbellino provocado por la desazón que causa la crisis económica y las «ilusiones» que despierta «la cita con las urnas» del próximo mes de octubre.
"Va recorriendo el andarivel de la embestidas que sufren cada una de nuestras sociedades por parte de los señores de la guerra y la voracidad letal de las trasnacionales".
A través de una dirección impecable, Falcone hace hablar a los protagonistas de su película, de los temas impostergables que afectan no sólo al país y al continente sino a todo el planeta. El abordaje de la «Crisis civilizatoria» podría ser el principal eje que define a «Patria víbora», pero en ese marco, desfilan los agro negocios, la minería a cielo abierto, el extractivismo en toda su dimensión, la violación contínua de todos los derechos humanos, la memoria fértil para reivindicar a quienes cayeron enfrentando las políticas neoliberales. Todo ello analizado con la doble vara de quien informa para formar. Y que esa formación sirva para generar el escudo de principios que es necesario para seguir dando batalla.
Con esa capacidad que tiene un médico de manejar el bisturí, Jorge, el compañero cineasta (digno heredero de la escuela de los Fernando Birri o los Pino Solanas) va recorriendo el andarivel de la embestidas que sufren cada una de nuestras sociedades por parte de los señores de la guerra y la voracidad letal de las trasnacionales. Y lo hace, sin que quienes prestan testimonio se olviden de abrir puertas a la esperanza que advierta que indefectiblemente en algún momento la victoria será del pueblo.
La Patria víbora seguirá mutando piel. ¿Quién lo duda?
También está rondando en todos los momentos de la película, la Patria. Ese territorio tan poco abstracto en el que el tacuaral en marcha, detrás de Facundo Quiroga, del Chacho Peñaloza y Felipe Varela cabalgó hacia la historia, o el mismo enclave que aquel aciago día de fines de septiembre de 1976, la guerrillera Vicky Walsh y un puñado de valientes se batieron a tiros contra la soldadesca enemiga. Más cercanos en el tiempo la Patria es ese pedacito de la estación ferroviaria donde el piketero Darío Santillán acudió a hacerle el aguante a su malherido compatriota Maximiliano Kosteki, baleado por uniformados enemigos, y ambos partieron, abrazados, hacia nuevas dimensiones de la pelea. La Patria, de la que habla Falcone durante toda esta inmensa película es «fusil y es bandera» pero por sobre todo es las ganas de defenderla que pongamos todas (envueltas en el verde de sus pañuelos, recordando a Juana Azurduy y Evita) y todos, con la camisa arremangada y los puños crispados por la bronca.
Por tanto despojo y tanta democracia mentirosa. Por nuestros queridos muertos y muertas de todas las épocas. Por el socialismo necesario que algún día alcanzaremos. La Patria vibora seguirá mutando piel. ¿Quién lo duda?
Breve reseña de la pre producción y rodaje del filme - acto sobre la crisis civilizatoria y los nuevos paradigmas, con registros de Andrea Ramundo, Jorge Falcone, Aldo Marchese, Maximiliano Mendoza, y Victoria Falcone.
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