*Foto de Lavaca ong
Por Sofía Ailén Gazquez
Lo que se busca en esta nota es deconstruir algunos conceptos que fueron tomados por el feminismo liberal el cual se declara regulacionista en cuanto a la prostitución. Donde bajo el lema “con mi cuerpo soy libre de hacer lo que quiero”, el trabajo sexual no se cuestiona sino que se normaliza y hasta se busca su legalización.
La hipocresía del feminismo regulacionista
Las feministas liberales sostienen la idea de la “prostitución” como “trabajo sexual” desde un lugar de “libre elección”, es decir así como hay gente que decide ser mesera, cocinera u ocuparse del cuidado de personas hay quienes eligen prestar un servicio sexual.
“Hay muchas otras feministas que ven al trabajo sexual como un tipo de trabajo legítimo entre las opciones de las que disponen las mujeres, y yo me posiciono en este segundo grupo.”(1) ¿Realmente existe la libre elección cuando hablamos de mujeres pobres y sin alternativas ni oportunidades socioeconómicas? ¿Dónde está el feminismo que lucha por el lugar de las mujeres en la sociedad y su no cosificación cuando tomamos a la venta de su cuerpo como algo natural y una “opción dentro de lo que disponemos” en vez de pelear por tener más opciones y políticas públicas para salir de esa situación?
Validar y regular la prostitución sería seguir perpetuando desigualdades de género. Si fuéramos tan libres de decidir por nuestros cuerpos y las libertades fueran concedidas tan fácilmente, el feminismo ni siquiera existiría. Estas libertades son nulas en el preciso momento en el que, el varón prostituyente, paga por hacer uso y abuso de la misma. En ese sentido, las feministas regulacionistas arman una “trampa” desde el discurso, que disfraza al sometimiento como una elección.
Estos discursos suelen ser dados por mujeres condiciones económicas óptimas, y que nunca ejercieron la prostitución por necesidad. Sin embargo uno de sus argumentos más conocidos es que, su trabajo siempre se da bajo sus condiciones y así tienen el poder de rechazar clientes que no las cumplan. “Ustedes están negando la capacidad de decisión que tenemos nosotras sobre nuestro cuerpo porque nosotras somos capaces de decidir y poner nuestras propias reglas y condiciones"(2) Pero en realidad nadie niega el poder de la mujer sobre su cuerpo o su libre decisión. Sin embargo, creemos que sería muy clasista hablar en nombre de todas las trabajadoras sexuales afirmando que tienen la posibilidad de poner reglas, cuando la gran mayoría son de clase baja. Sería muy hipócrita pensar que esa mujer en esas condiciones va a poder “elegir” qué clientes atender, porque concretamente depende de ese dinero. Y en el caso de que así sea ¿En serio vamos a seguir pensando que el varón rechazado por la burguesa va a subir la ventanilla del auto y se va a ir a su casa? ¿O se va a ir a los bosques de Palermo donde sabe que por dos pesos nadie le va a poner ninguna restricción? ¿No sería un poco utópico pensar que esa mujer muerta de hambre se negaría a aceptar más dinero a cambio de que las reglas sean puestas por el varón? O en el peor de los casos, ni siquiera por dinero ¿Quién va a defender a esa mujer cuando está sola encerrada con el hombre prostituyente y él se niega a cumplir estas reglas a los golpes? Nadie.
Otro de los argumentos más conocidos es el de la cosificación un poco maquillada de glitter verde, que se traduce al famoso empoderamiento, y no nos vayamos a un caso extremo como es la prostitución en sí, sino que que la idea es cuestionarse.
Se puso de moda este tipo de feminismo donde todo es empoderante y hermoso ¿Una nena de 13 años sube una foto desnuda? No pasa nada tranquilos, está empoderada ¿Y qué pasa con el varón de 40 que está del otro lado masturbándose con esa foto? Bueno eso es lo que el feminismo liberal no se cuestiona.
Volvamos a lo de la prostitución, donde para esta rama del feminismo es revolucionario “romper” con el tabú lo que es ser una puta y la connotación negativa que esto lleva pero ¿Realmente es revolucionario, empoderante y antipatriarcal vender a un hombre el derecho de poder hacer lo que quiera con nuestro cuerpo por determinado tiempo? ¿Dónde está el “poder” de la mujer “revolucionaria” cuando en realidad no estaríamos haciendo más que ser funcionales al sistema patriarcal del cual nacen las raíces de nuestra lucha?
No es coincidencia que sea el feminismo que se muestra en los medios hegemónicos, con un desfile de actrices por los canales con los pañuelos verdes atados en sus muñecas en los programas más misóginos de la televisión argentina. Es el feminismo que vende y el que no cuestiona. Muestran, entonces, la parte de la lucha que les sirve, la que conviene, hacemos revolución cosificando y sexualizándonos ¿No será que esta “resistencia” liberal lo único que está logrando es el crecimiento del opresor mientras nos hacen creer lo contrario?.
En fin ¿Son empoderantes las violaciones pagas? ¿Es empoderante ser penetrada 30 veces por día (en el mejor de los casos)? ¿Es empoderante terminar vomitando vello púbico cuando termina la “jornada laboral”? Claramente no.
Abolicionismo no es prohibicionismo
Muchas veces el movimiento abolicionista se lo ve ligado al prohibicionismo, que lucha por la prohibición de la prostitución con la criminalización de las trabajadoras. Esto es totalmente repudiado por el abolicionismo, y lo único que logra es, hacer que todo el sistema prostituyente siga funcionando pero no a la vista de todos, sino que en prostíbulos ilegales donde existe un proxeneta, que lucra con los cuerpos de las compañeras y en el peor de los casos un tratante.
El abolicionismo está compuesto en su mayoría por mujeres feministas sobrevivientes de la trata, y el sistema prostituyente. Busca la desaparición del mismo, mediante la aplicación de políticas públicas para su inserción social y la recuperación de sus derechos dañados. En Argentina existen muchas agrupaciones que militan por la abolición de este sistema, una de las más importantes es AMADH (Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos). Que no es menor nombrar que este año lograron la derogación del artículo 68 del Código de Faltas que era totalmente contradictorio que este siga existiendo, ya que en el año 1936 Argentina se consideró un país abolicionista pero hasta julio de este año seguían vigentes estos códigos que penalizaban a las compañeras. “Artículo 68.- (Dec-Ley 8797/77, Dec-Ley 9321/79, Dec-Ley 9399/79) será penado con una multa de entre el quince (15) y el cuarenta (40) por ciento del haber mensual del Agente del Seguridad (Agrupamiento Comando) de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y arresto de cinco (5) a treinta (30) días, la prostituta o el homosexual que se ofreciere públicamente, dando ocasión de escándalo o molestando o produjere escándalo en la casa que habitare.”
Creo que queda más que claro que el abolicionismo lo último que busca es el odio hacia las trabajadoras, o la invisibilización de las mismas, más bien busca hacer lo posible para sacarlas de esa situación de humillación y cosificación. Entendemos al regulacionismo como un movimiento que quiere tapar el sol con la mano.
Me veo casi en la obligación de citar a Sonia Sánchez, sobreviviente de este sistema luego de seis años, la cual afirma que “Uno de los ejercicios que se hace para sobrevivir allí, es adormecernos, no sentimos nada las mujeres que estamos allí siendo prostituidas. Hablo de adormecer, anestesiar porque el cuerpo de la puta es un cuerpo sacrificable” (3)
Nadie antes de salir a trabajar debe necesitar adormecer su cuerpo para poder soportarlo, ni tampoco nadie lo merece. La prostitución es una violación constante de los derechos de las mujeres, no somos “las yutas de las cuerpas” ni mucho menos. Simplemente no consideramos el trabajo sexual como un trabajo por las miles de pibas que el sistema prostituyente se nos llevó. Y ni hablar de su relación con la trata de persona con fines de explotación sexual ¿Realmente la trata de personas existiría si no hubiese una gran demanda de hombres hacia los cuerpos de las mujeres? Este no sería un negocio en el caso de que no haya clientes.
Palabras finales
La cultura de la violación está totalmente instalada en nuestra sociedad. Es normal irse de putas, es normal y ahora “cool” apoyar a las trabajadoras sexuales sin ningún tipo de cuestionamiento, es normal pagar por el consentimiento de una persona para que te deje tener sexo con ella, es normal masturbarse viendo videos porno sin ir más allá de eso.
En fin, se nos hace mucho más cómodo vivir sin cuestionamientos, y el feminismo liberal le vino como anillo al dedo a esta sociedad, ya que nos hace creer el avance del movimiento en esta mientras vende la misma mierda patriarcal pero un poco más “revolucionaria”. No podemos seguir consumiendo discursos de burguesas que pintan la prostitución como un trabajo de libre elección y super empoderante, mientras las pobres travestis y trans están sufriendo. El feminismo será abolicionista o no será.
(1) Silvia Federici: Gender and Democracy in the Neoliberal Agenda: Feminist Politics, Past and Present
(2) Georgina Orellano sobre prostitución y el movimiento feminista (Encuentro Nacional de Mujeres)
(3) "Ninguna mujer nace para puta" - Sonia Sánchez en TEDxTigre
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