Por Andrés Figueroa Cornejo*
En varias ciudades y comunidades del país se realizaron multitudinarias concentraciones y marchas para conmemorar un mes desde el alzamiento popular. Un mes de lucha ascendente que marca una inflexión histórica en un Chile empleado como paradigma del capitalismo en su fase neoliberal en América Latina y más allá.
De punta a rabo, desde el norte que limita con el pueblo hermano de Bolivia, Perú, trasandinamente con la Argentina solidaria, y al sur con la Antártida, la protesta se multiplicó como señales del porvenir.
«Hasta que valga la pena vivir», dicen las consignas agolpadas en los muros, y dicen que Piñera y los suyos se vayan de una vez, que estorban a la juventud que por fin encontró su voz común, la rebeldía que dormía como promesa y la voluntad constelada de cambiarlo todo.
En la Región Metropolitana, el 18 de noviembre inició con cortes de calle en sus principales arterias. Las populosas comunas de Puente Alto y Maipú brillaron con luz propia en el ejemplo de la resistencia territorial. Y las y los muchachos de secundaria fueron protagonistas de la ocupación de municipios, plazas principales y espacios públicos que disputaron palmo a palmo con la violencia militarizada de la policía.
Mientras tanto, en el corazón de Santiago, en la icónica Plaza de la Dignidad, ex Plaza Italia, desde alrededor de las 17.00 horas comenzaron a reunirse los luchadores sociales. El lugar estaba cercado de escuadras de Fuerzas Especiales de Carabineros y sus coches de guerra. No tardaron en convertir la plaza en un muro impenetrable de gases lacrimógenos. Imposible calcular las millares de personas que llegaron y otras millares que ni siquiera lograron acercarse a la plaza debido a los tóxicos. De este modo, la multitud debió dispersarse hacia los alrededores.
De acuerdo a organismos de derechos humanos, muchos fueron los jóvenes que recibieron en el cuerpo las bombas lacrimógenas disparadas ex profeso contra los manifestantes. Se desconoce el número de heridos por los proyectiles. Igualmente, la policía hizo uso y abuso desproporcionado e impune de perdigones y municiones de metal revestido con caucho.
Lo cierto es que la nueva jornada de lucha, por sí sola, demostró que las fórmulas y arreglos por arriba del gobierno y la complicidad de su falsa oposición política, han sido rechazadas por el movimiento popular.
Un mes desde que despertó Chile. Un mes que ha costado 25 vidas, más de dos mil heridos, amputaciones de órganos, especialmente de la visión; más de 6 mil detenidos, torturas, violaciones y vejaciones que han traspasado todos los márgenes dispuestos por los acuerdos internacionales firmados por el Estado chileno en materia de derechos humanos.
Un mes completo. Un mes que parece toda una vida.
*Desde Chile, corresponsal Resumen Latinoamericano.
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