En los 31 días de enero, 34 mujeres perdieron la vida en manos del patriarcado; 34 mujeres murieron por su condición de mujer; 34 mujeres fueron asesinadas por hombres. Hubo un femicidio cada 22 horas. 38 niñxs perdieron a sus madres.
El 2019 terminó con 284 mujeres menos y el 2020 empieza con otras 34 pérdidas.
Ya no hay palabras, ni análisis, ni gritos, ni llantos que alcancen para retener la bronca, la impotencia y la angustia que genera esta situación. El 2019 terminó con 284 mujeres menos y el 2020 empieza con otras 34 pérdidas. Parecen sólo números –y ojalá fueran sólo números-, pero son el reflejo de una situación que no da para más. Desde los movimientos feministas se viene trabajando y militando hace años por visibilizar, prevenir y actuar sobre esto. Se hicieron marchas, se hicieron paros internacionales, se hicieron leyes, se murieron miles de mujeres en el camino, y, aun así, el patriarcado se sigue cobrando la vida de las compañeras día tras día.
Los reiterados reclamos por la urgente declaración de la Emergencia en Violencia de Género y por la efectiva implementación de leyes como la Ley Micaela y la Ley de Educación Sexual Integral son el resultado del hartazgo de las mujeres ante la indiferencia con respecto a ellas. Es indispensable que el Estado tome consciencia de la extrema condición de riesgo y vulnerabilidad a la que está expuesta la mitad de la población argentina. Debe declararse la Emergencia, deben capacitarse con perspectiva de género todxs lxs trabajadorxs del Estado y de las fuerzas de seguridad y debe invertirse en una educación sexual que se base en el respeto, en el cuidado de lxs otrxs y en el consentimiento. Sin un gobierno presente, comprometido y con políticas públicas serias y a la altura de las circunstancias, se deberán seguir lamentando muertes de mujeres todos los días.
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