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Foto del escritorRevista Resistencias

Un Pueblo de pie, dispuesto a defender su calidad de vida



ARGENTINA OBLIGADA A DESPEGAR O DISOLVERSE


Por Jorge Falcone


Parafraseando al texto canónico de Michel Foucault, si uno no tuviera experiencia encima como para diferenciar las palabras y las cosas, se diría que el discurso del nuevo Presidente de les argentines - detalles más, detalles menos, que habrá que ir desmenuzando atentamente -, fue prácticamente impecable, y calurosamente recibido por una abigarrada multitud plena de expectativas. Como sostenía un famoso filósofo alemán, será el curso general de la economía, y muy particularmente el reparto del PBI lo que ratifique o rectifique la palabra empeñada. Muchas son las conclusiones que pueden sacarse en relación a las circunstancias que atraviesa nuestro país. De momento habría que concluir que la mayor parte del pobrerío ha sido refractaria a la acción desalentadora de la prensa monopólica y el lawfare. En las próximas horas las redes sociales rebalsarán de notas de color, acaso contraponiendo el incómodo gesto de Cristina al dar la mano a Macri con la disposición de Alberto para transportar a Gabriela Michetti. Obviando esos árboles y yendo al bosque, el cambio de mando dejó perlitas más aptas para trazar una prospectiva, como por ejemplo las fotos de Cristina con la representación rusa y con la china. Comienza un nuevo tiempo, y el Palacio carga, entre sus múltiples responsabilidades, con una fundamental: Estar a la altura de un pueblo que puso el cuerpo y apretó los dientes para llegar hasta este momento sin desbordes y colocarlos en el vértice de las decisiones.



Un oficialismo dispuesto a gobernar para todes y una oposición lista para conspirar


“La vida no tiene que ser una mierda”.

Marcelo Figueras.

Escritor y periodista, en “El Cohete a la Luna”.


La conformación del nuevo gabinete encargado de rescatar al país del abismo presentó un perfil más progresista que el que podría esperarse del flamante presidente. Con apenas dos miembros de La Cámpora en la primera línea de fuego (Interior y Medio Ambiente), la mayoría de sus integrantes corresponde a amig@s o estrech@s colaboradores/as del primer mandatario criteriosamente elegid@s para cubrir cada función.


Es conocida la muñeca de Eduardo “Wado” De Pedro para tratar con funcionarios y dirigentes ajenos a su mirada política, y es de prever que - con un defensor de la Ley de Semillas (también llamada Monsanto), antiguo adversario del patriota Andrés Carrasco en Ciencia y Tecnología, los acuerdos prometidos con Syngenta, y la perspectiva eldoradista de sustituir el rol jugado por la soja en anteriores gobiernos kirchneristas por el yacimiento de Vaca Muerta, siempre expuesto a las peligrosas prácticas de fracking - el rol de Juan Cabandié le demande inaugurar habilidades de malabarista para estar a tono con la orientación que nuestro pueblo y el resto de los que hoy tanto luchan en la región esperan del gobierno que se acaba de hacer cargo del país.


De momento, todas las miradas de la opinión pública nacional e internacional centran su atención en el esperado impacto reparador del Programa Argentina Sin Hambre, a cargo del nuevo titular de Desarrollo Social Daniel Arroyo, quien promete llevar a cabo un seguimiento en tiempo real analizado a través de tres indicadores: inseguridad alimentaria severa (hambre), malnutrición y pobreza, apelando a una tarjeta de alimentos que sólo permitirá comprar comida a las madres con hijos menores de seis años, y a la recomendación acerca de qué tipos de alimentos adquirir. El otro eje complementario que no admite dilación alguna consiste en concretar la meta del joven encargado de la cartera económica Martín Guzmán - formado en la Universidad de La Plata y colaborador del Premio Nobel Joseph Stiglitz - quien plantea que no hay que pedirle más préstamos al FMI y que se deben reducir los pagos de deuda en los próximos dos años para volver a crecer.


Las recientes declaraciones efectuadas ante las cámaras de C5N por parte del diputado nacional Rodolfo Tailhade (Frente para la Victoria) acerca de que en la gestión que despunta no habrá prisiones ni persecución de ninguna naturaleza contra l@s miembros del gobierno saliente permiten avizorar un espíritu oficialista predispuesto a dar la otra mejilla ante una oposición cebada en el odio y que no habilita a confiar demasiado en que vaya a corresponder tal gesto.


Aunque la prensa favorable a la coalición triunfante en las últimas elecciones lo desestime, resulta necesario que la legítima euforia producida por el cambio de signo en la gestión de gobierno no impida recordar que - a pesar de que en los últimos cuatro años no hubo ni “lluvia de inversiones” ni “brotes verdes” -, el anterior fue el primer gobierno del stablishment económico local que accedió al ejecutivo sin recurrir a los fragotes a los que nos tenía acostumbrados desde la fundación de la República la clase social que representó, que además se retiró manteniendo un 40% de adhesión, y que esta se manifestó tan activa durante la campaña proselitista del “Sí se puede” como en la despedida de su mentor en Plaza de Mayo. Se dirá que esos gestos postreros de Mauricio Macri, más que a sus seguidores estuvieron dirigidos a Horacio Rodríguez Larreta, único jefe territorial vencedor de dicho espacio y eventual contrincante en el liderazgo de Cambiemos, pero el ingeniero que acaba de abandonar la Residencia de Olivos viendo abortada su expectativa reeleccionaria - como la continuidad de su gente en el Club de la Rivera - ya ha bajado los humos y declarado que no encabezará la oposición sino que se limitará a “coordinarla”.


Por lo pronto, si “para muestra basta un botón”, en el horizonte inmediato ya despunta un posible conflicto en el frente interno relacionado con la eventual aplicación de retenciones al agro, y otro en el frente externo debido a la demanda de que Hezbollah continúe siendo considerada organización terrorista, decisión con la que no simpatiza el nuevo gobierno: Es de prever que tanto la Sociedad Rural como los halcones de Israel alienten a l@s antigu@s ocupantes de la Casa Rosada a dejar de lado toda moderación.



“El hecho maldito del país burgués” como garante de la gobernabilidad


“El peronismo no desaparecerá por sustitución sino por superación dialéctica,

es decir, no negándoselo sino integrándolo en una nueva síntesis”

John William Cooke


La ocasión amerita hacer algunas consideraciones - fundamentalmente de cara a las nuevas generaciones - acerca de la vigencia de un fenómeno político que al cabo de 75 años continúa generando expectativas populares… al menos de contar con la capacidad de apagar los incendios cada vez más devastadores que produce el neoliberalismo.


Evidentemente, 1945 fue un momento de ruptura en la historia de nuestro país, que ofrece lecturas múltiples. Una de ellas es la del nacimiento de un movimiento obrero organizado y con identidad: el peronismo. El 45 deja otra lección más profunda, que es la opción de Juan Domingo Perón por una alternativa electoral. Este es un factor de suma gravitación en su futura relación con la generación del 70. El conato insurreccional que supone el 17 de octubre, convertido en la elección Perón-Quijano del 24 de febrero del 46, constituye la marca de origen con que el líder condicionará cualquier intento revolucionario a lo largo de su vida.


No obstante, a esta altura es innegable que dicho acontecimiento propició la construcción de una relación dialéctica muy productiva entre Perón y las bases; la conformación de un movimiento nacional de influencia continental; el surgimiento de una identidad política para ese movimiento, que se encontraba disperso y atravesado por planteamientos maximalistas, euro referenciales, y al que el peronismo reconfigura otorgando presencia en el Estado. También expresa lo que será la metodología de construcción de poder por parte de aquel general: acumulación de fuerza, golpe y negociación, legado que hereda y encarna muy bien la burocracia sindical vandorista. La generación del 70 no es hija dilecta de esa construcción, incorpora elementos que trascienden a Perón. Perón nunca se desprende de esa metodología, la generación del 70 va más lejos. La asume hasta el 73, porque los 49 días de Cámpora constituyen el período de máxima influencia de la Tendencia Revolucionaria del movimiento: Ragone en Salta, Martínez Vaca en Mendoza, Obregón Cano en Córdoba, Bidegain en Buenos Aires, Cepernic en Santa Cruz, y las consignas más radicales atronando en las calles del país. Obviamente, en la negociación pre electoral entra el otro sector gravitante que es la burocracia sindical vandorista, y así aparecen los vicegobernadores, en la mayoría de los casos de extracción gremial, como Victorio Calabró en la provincia de Buenos Aires, que no casualmente termina sucediendo a Bidegain con una ayudita del propio General, que repetirá dicho gesto durante el “Navarrazo” perpetrado en la Córdoba de Obregón Cano. Estos gestos, ineludibles a la hora de una rigurosa revisión histórica, completan a Perón. No es un fascista quien así actúa, es el Perón que está llegando al techo de sus posibilidades en la confrontación con una generación que le pide un salto cualitativo que no está dispuesto a producir debido a las limitaciones propias de su formación militar, lo cual no debería restar mérito al haber unificado al movimiento obrero organizado y haberlo dotarlo de identidad, hechos que contribuyeron grandemente a fortalecer al entonces sujeto histórico de la transformación social. Quien más tarde fustigaría a sus ”hijos no reconocidos” en Plaza de Mayo, según cuenta Miguel Bonasso en “El presidente que no fue. Archivos desclasificados del peronismo”, se arrepintió mucho de aquel gesto y no le dio el tiempo biológico para poderlo revertir.


Recapitulando, hay que prestarle atención a la metodología de golpe y negociación que convierte al 17 de octubre del 45 en el 24 de febrero del 46, porque va a ser el modus operandi de la dirigencia justicialista. Esto es fundacional. No es aleatorio tomar el Moncada y después La Habana o hacer la Larga Marcha campesina de Mao Tse Tung para construir luego un Estado Popular: El origen de un proceso de cambios contiene la clave acerca de hasta dónde es capaz de llegar. Entonces, el germen de las posibilidades transformadoras del peronismo también está allí. Esto no quiere decir que lo mejor de la experiencia peronista - toda la lucha y los programas generados desde sus bases obreras - no haya ido mucho más allá de los propósitos del líder. Estas nociones inciden mucho sobre la generación del 70, toda vez que se constituyen en piedra angular del cuestionamiento a sus padres. Se los interpela acerca de cómo reaccionaron ante el golpe del 55, se asume la necesidad de corregir el error de conspirar en el sótano del sindicato y a la noche irse a dormir con la patrona al rancho, se asimila lo mejor de todas las metodologías de lucha popular en curso.


Se estudia pues el 49 chino, el 59 cubano y argelino, los procesos de emancipación africanos protagonizados por Agostinho Neto, Amílcar Cabral, Zamora Machel, todos los movimientos de liberación nacional de los países No Alineados. Respecto al tema de la metodología de construcción del poder, la generación del 70 tiene - y acaso el 1° de mayo del 74 lo expresa - una concepción distinta a la del líder. No es un matiz interpretativo, no se trata de gritar ”Qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular”, y si se los saca del gobierno todo culmina en conciliación. A esa plaza llegan visiones diferentes acerca de hasta dónde profundizar los cambios. La tendencia revolucionaria lo dimensiona con el tiempo, hasta entonces supone que Perón está rodeado, apelando a visiones mágicas de la política. Un planteo más idealista que dialéctico. Con honrosas excepciones, como los cuadros de las FAR, las FAP, o el FR17, que tenían mayores reservas respecto al proyecto de Perón.


Evita es otro punto a tener en cuenta en la genealogía de la generación del 70. Su derrotero es una clave del profundo aprendizaje que permiten los 10 años más felices del pueblo trabajador. Diferenciar, por ejemplo, la justicia social del asistencialismo. Un cuadro político comprometido con un cambio profundo no puede confundir el pleno empleo y el salario digno con la Caja del Pan o los Planes Trabajar. Y esto es una lección fundamental para la generación del 70, que capitalizó en su imaginario la revisión autocrítica de la metodología de construcción de poder puesta de manifiesto en el 45/46, y arribó a la conclusión de que la justicia social no es filantropía ni se consigue gratuitamente. Esa es una noción germinal para sus pautas ideológicas básicas. El 55 argentino, como el 73 chileno, son el escarmiento flagrante para las limitaciones propias de la estrategia electoral. Y exhiben palmariamente el corset que impone el propio sistema capitalista dependiente. Por eso mismo no fue antojadizo cantar ”Si Evita viviera sería montonera”, pese a lo contra fáctico que pueda sonar actualmente, con tanta experiencia acumulada. Porque Evita, para ese entonces, ya había puesto de manifiesto su lealtad a un origen de clase, había demostrado - como buena parte de l@s humillad@s - no tener prejuicios con el ejercicio de la violencia, planteándose desde la conformación de un servicio de inteligencia integrado por las empleadas domésticas que revistaban en los hogares de la oligarquía, hasta la de milicias obreras, contando con pistolas compradas a la corona holandesa para la Confederación General del Trabajo. Entonces, estos hechos materiales constatables de la historia, permitieron a la generación del 70 entender que, en todo caso, el 55 no hubiera sido tan sencillo con Evita viva. Ella era un nexo con las bases que luego trató infructuosamente de sustituir la tendencia revolucionaria. Perón era el estadista y Evita la agitadora. Para encarar un proceso revolucionario ambos componentes son imprescindibles: Perón y Evita, Perón y Cooke, Perón y los Montoneros. Tal divorcio, primero biológico, luego político, y por último trágicamente político-militar, le costó muy caro a la Argentina.


A la generación del 70 le cabe haber cargado, al menos por un tiempo, con la idealización del Perón del exilio, interpretándolo a tono con los líderes tercermundistas de la época (“Socialismo Nacional, como manda el General”), construcción en la que el mismo líder puso no poco empeño. Pero si el peronismo nació para frenar la Revolución en Argentina, como aún se opina a diestra y siniestra del arco político, alguna vez la sociedad deberá concluir que en tal caso se hacía imprescindible que muriera Evita, ningunear a Cooke, y exterminar a los Montoneros, hij@s bastard@s tod@s ell@s de un mismo tronco original, pero dispuestos a trascenderlo desde el pensamiento o la acción.



La democracia en cuestión:

Bolivia y Venezuela, escenarios de distinto signo y proyección continental


“Un gobierno tiene mayor capacidad de acción con más conflictividad social y no con menos”.

María Pía López.

Socióloga, entrevistada por Mariano Pacheco en Revista “Zoom”.


Seguramente el año que despunta encuentre a la militancia decantando la experiencia acumulada durante la depredadora gestión del ejecutivo sepultada en las urnas.


Ya se ha mencionado el hecho inédito de que un gobierno cipayo y obscenamente alineado con el norte imperialista se impusiera por vía electoral. Sin embargo, quizás no esté todo dicho acerca de que el patriciado que fundó esta República a la europea sobre la base de un genocidio, y tantas veces como sus intereses se vieron amenazados fue capaz de pisotear la misma carta magna que elaboró, deja un legado consecuente con su historia en las palabras del presidente saliente, cuando el 12/8/2019, abatido y sin autocensura acusó a l@s argentin@s de no saber votar, reconociendo en ese sincericidio las inconsistencias de la democracia liberal, conclusión que actualmente, por derecha y por izquierda, recorre Nuestra América como un reguero de pólvora.


Si el caso boliviano, con su penosa sangría y antecedentes metodológicos como el hondureño y el brasileño, se ha constituido en la más contundente lección para quienes bregamos por una alternativa pos capitalista para Nuestra América, hay que reconocer que, el pase de revista a 3.300.000 milicianos y su incorporación por ley a las FFAA de la Venezuela Bolivariana, constituye un ejemplo a tener en consideración en materia de Defensa, ahora que la rapiña norteamericana intenta volver a consolidarse en la región: Tal y como vienen dándose los acontecimientos, hasta el más crítico de dicho proceso a la larga o a la corta deberá aceptar que el hermano país caribeño viene cargando sobre sus espaldas con el equilibrio geopolítico de este continente.-





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