Por Carlos Aznárez / Foto: Antonella Giuso
En estos tiempos difíciles de guerra bacteriológica imperial, de uniformados disciplinadores en las calles del mundo, de comprobación de lo que ya sabíamos, que el capitalismo es muerte y no tiene escrúpulos para seguir matando, se hace imprescindible hacer un homenaje necesario y que nos ponga a todas y todos en sintonía con lo que significa un símbolo de lucha fundamental al que debemos cuidar y querer como a nadie. Es tiempo, precisamente en este 22 de marzo en que cumple 90 jóvenes años, de felicitar a nuestra queridísima Norita Cortiñas, militante empecinada y valiente en la defensa de la memoria de nuestros 30 mil hermanos revolucionarios desaparecidos y asesinados.
Norita. Madre de Plaza de Mayo con mayúsculas, a partir de aquel momento aciago de abril del 77 en que la patota militar secuestraba y hacía desaparecer a tu adorado hijo Gustavo, y vos, como una tigra que defiende a sus cachorros, saliste a buscarlo removiendo cielo y tierra, hasta que el 30 de abril de ese mismo año comenzaste a marchar en la Plaza y no te detuviste jamás.
Diminuta y poblada de ternura, te fuiste convirtiendo, a punta de dar ejemplo -como pedía nuestro admirado Che- en una batalladora constante, con el pañuelo blanco, inmaculado, como estandarte frente a los opresores.
Jamás le regalaste esa herramienta tan importante como es la autonomía, a aquellos que con cantos de sirena intentaron e intentan cooptar tu trayectoria y la de tantas luchadoras. Si hay algo que te destacó a lo largo de los años, es que no sucumbiste nunca ante los cantos de sirena de gobiernos, partidos ni testaferros de la politiquería. Ninguno de estos estamentos, pudo con tu discurso digno, comprometido, consecuente.
No faltaste ni un jueves a la Plaza que las hizo mundialmente admiradas y cuando algunas creyeron que ya no eran tiempos de resistir, redoblaste tus esfuerzos para denunciar los atropellos a los más necesitados, sin dejar de reconocer a la vez, porque no te encerraste nunca en un discurso dogmático, lo que a tu entender eran avances o victorias parciales dentro del campo de los derechos humanos con respecto a los años de la dictadura. Pero te plantaste, coherente, para recordar que también se violan eso derechos cuando crecen los crímenes del «gatillo fácil» o de la desnutrición o mortalidad infantil en provincias donde los gobernadores siguen actuando como señores feudales.
De la misma manera, estuviste siempre al pie del cañón cada vez que había un conflicto social, un desalojo o una ocupación de una fábrica que había sido abandonada por sus patrones y era recuperada por sus trabajadores, no dudaste ni un instante en ponerte del lado de los pueblos originarios, constantemente perseguidos. Así abrazaste a los mapuche neuquinos o te plantaste desde la primera hora acompañando a los hermanos Qom y Wichi a los que no solo se despoja de sus tierras sino que se los mata por desnutrición.
Tu fuerza arrolladora, querida Norita no se demostró sólo dentro de nuestras fronteras. Recorriste el mundo denunciando primero a la dictadura asesina, pero también en apoyo hacia los que pelean o los que sufren la represión de sus respectivos gobiernos. Así llegaste, junto con Pérez Esquivel a Haití, cuando nadie quería hablar de ese país tan machacado por el imperialislmo y sus seguidores. También marchaste con las mujeres de la resistencia hondureña, dejando claro que la voz del pueblo es la única que debe ser escuchada a la hora de embestir a la dictadura y su actual variante continuista.
Tuvimos la suerte de compartir con vos una de tus visitas militantes a Chiapas, en apoyo a los zapatistas del EZLN y comprobar, una vez más, cuanto y cómo te quieren los de «más abajo y a la izquierda». No dejaste tampoco de apoyar la causa del pueblo palestino, la de los independentistas vascos y catalanes o de reclamar para que el Imperio y la OTAN no siguiera masacrando a las poblaciones de Iraq, Afganistán, Libia o el pueblo kurdo.
Algo más para destacar y que te define como lo que sos, una militante de la rebeldía y la humildad : jamás pusiste inconvenientes a la hora de contestar positivamente a quienes te invitaban aquí o en el exterior para que te hicieras presente. Ni hablar de viajar en primera como alguna vez te sugirieron o de alojarte en hoteles lujosos. Siempre preferiste la casa de los compañeros, para charlar «en familia» y sobre todo, para sentar ejemplo, de que a las Madres como vos, no las seduce ni el lujo, ni el consumo y mucho menos las invitaciones ostentosas.
Cuántas veces te hemos admirado, Nora Cortiñas, porque sacando fuerzas de tu propio cansancio, recorrías distancias enormes para ir de una reunión a otra, de una marcha a un acto, porque en todos esos sitios era fundamental que marcaras con tu presencia, el apoyo como Madre de Plaza de Mayo a causas justas que por lo general son ninguneadas por los medios o embestidas por la represión. No es casual que en agradecimiento a tu permanente entrega, los trabajadores de la fábrica recuperada IMPA hayan puesto tu nombre (porque los mejores homenajes son los que se hacen en vida) a la sala de su teatro popular. Tampoco olvidamos tu empeño militante en pelear en la calle por hacer justicia ante el asesinato de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Qué decir, también, de tu continua concurrencia durante tantos años a las cárceles, visitando a las y los compañeros presos por luchar. Son muchos y muchas las que recibieron tu esperada visita y que te abrazaron con ese cariño que sólo pueden demostrar los miles de hijos luchadores que te han ido creciendo a lo largo de tu hermosa vida.
Quien te quita lo bailado, querida Norita, con tus 90 en la mochila guerrera y ese puño levantado con el pañuelo verde feminista, peleando por el agua, por la tierra, por la vida contra la muerte que se disfraza de mil maneras en estos tiempos.
Gracias, Nora Cortiñas, por ser generosamente solidaria, valientemente antiautoritaria y rebeldemente anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal. Con tu ejemplo, estás ratificando diariamente que sólo aquellas y aquéllos que luchan toda la vida son los y las imprescindibles.
Feliz cumple y el 24 nos encontraremos como sea recordando a nuestras y nuestros 30 mil hermanos y hermanas de lucha.
*Resumen Latinoamericano
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