“Una condena para andar y andar, Un espejismo en esta oscuridad. Herido de verdad, Y sin saber qué hacer ni con quién hablar”.
“Panóptico”. Ignacio Montoya Carlotto
Por Florencia Aguilar
El viernes 30 de agosto, en el marco de su gira nacional, Ignacio Montoya Carlotto Trío presentó su nuevo álbum “Todos los nombres, todos los cielos” en Bisellia Teatro Bar, Campana.
Ignacio Montoya Carlotto es el nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. A mediados de 2014, un análisis de ADN certificó que es hijo de Laura Carlotto y Walmir Oscar Montoya, detenidos-desaparecidos en 1977. Entonces, su vida cambió.
– En el año 2014 supiste la verdad sobre tu identidad, ¿en qué te cambió la vida?
-Me enteré que era adoptado el 2 de junio de 2014, después de mi cumpleaños, ¡una locura! Fue a través de una amiga de mi novia de ese momento, ahora mi esposa, que le contó ese mismo día de mi cumpleaños que ella sabía de una fuente fidedigna que yo no era hijo biológico de la gente que me había criado, mis padres adoptivos, como yo les digo. Y a partir de eso arrancó toda una serie de cuestiones. Me cuesta mucho enumerar cuáles son esas cosas que cambiaron. Te puedo decir las que no: mi número de documento, mi nombre, mi domicilio, mi pareja, mi grupo de amigos. Después, todo lo demás se vio pulverizado. Y no tiene que ver con el cambio de identidad, sino con cosas que van pasando adentro y son súper complejas de explicar.
– ¿Qué rol cumplió la música en este proceso?
-Fue muy importante. Primero porque yo había aprendido y, en alguna medida, he aprendido a través del tiempo a ver el mundo a través de los ojos de mi profesión. Eso me ayudó a tener una mirada al respecto de algo tan imposible de abarcar como fue lo que me sucedió. Entonces me encontró primero con eso, con una suerte de contemplación, de mirada más reflexiva acerca de las cosas, y me ayudó a poder acelerar los procesos psicológicos o a estar un poco más preparado. Y el hecho de tener una profesión definida hizo que todas las tentaciones del momento no me hicieran perder el rumbo. Me refugié allí y, a partir de eso, pude rehacerme. Luego, tuve que entender que tenía que salir, porque se estaba transformando en una prisión. Además, tuve la posibilidad de canalizar las cosas que me pasaban a través de la obra.
“Panóptico” (fragmento).
– ¿Cuál es la situación actual de la causa judicial iniciada al matrimonio que te crió? ¿Cómo es tu relación con ellos en la actualidad?
-Mis padres adoptivos, como yo les digo, están cursando un proceso judicial sumamente complejo legalmente y desde lo personal. Es extraordinariamente difícil que uno, por el hecho de ejercer el derecho a saber sus orígenes biológicos haga, en alguna medida, que sus padres, como yo los considero, terminen con problemas. Ellos están en su casa. Tengo una excelente relación, nos vemos todos los días. Cuando pienso en mis padres, la imagen paterna y materna que tengo son ellos. Y tengo otra imagen bastante diferente al respecto de mis padres biológicos, que es una construcción que tuve que armar a través de la nada y, a veces, de los relatos de los demás.
– ¿Estás trabajando o colaborando en Abuelas de Plaza de Mayo y/o en HIJOS?
-No trabajo en Abuelas ni en HIJOS, ni milito en ninguna organización que tenga que ver con los derechos humanos. Mi aporte tiene que ver en casos como éste y en, a veces, llevar mi historia, que es un poco el resumen de la historia de las Abuelas, a los lugares donde voy. Hay que estar muy preparado para estar en las organizaciones de derechos humanos. Hay que tener una vocación y un llamado que yo no tengo.
– ¿Qué relación tenés con Estela de Carlotto? ¿Pudieron construir un vínculo abuela-nieto?
-El vínculo abuela-nieto, como tiene que ser, no se va a dar nunca. Porque la conozco ya muy grande y yo también soy grande. Lo veo en el caso de mi hija con sus abuelos: el vínculo existe porque ella es chiquita y ellos son grandes. Es así como se da: crece a partir del tiempo. Nosotros tenemos ahora, luego de mucho conflicto, distancia, idas y vueltas, una buena relación. Y esa buena relación es lo mejor que podemos tener: nos vemos, nos reímos, nos llevamos bien. Pero no es el vínculo abuela-nieto, es otra cosa. Ella lo busca, lo quiere construir, pero no se puede. Ya pasó esa posibilidad. Es otro vínculo, que me cae muy bien y me gusta. Es como una amiga. Somos muy compinches. Ella vive la situación de ser abuela con mi hija, su bisnieta. Hay cosas que son inevitables, y hay una cosa que no se puede recuperar, que es el tiempo. Afortunadamente, por todas las cosas que pasaron, igual nos pudimos encontrar afectivamente. Ahora está todo bien: hablamos seguido por teléfono y están las ganas de vernos y hay mucha complicidad y buen humor. La empecé a pasar bien, pero no hace mucho. Las circunstancias que nos rodearon fueron muy complejas, pero me sienta muy bien esta relación.
– ¿Cuáles son tus proyectos hoy?
-Quiero seguir haciendo lo que estaba haciendo antes de que todo esto pasara: continuar con la vida. Soy padre, así que estoy en el oficio de ser papá. Además, estoy haciendo muchísima música. Estoy muy contento con eso. También sigo con este trabajo interno, espiritual, que se me propuso en 2014 y que me va a llevar muchos años más, si no es toda la vida.
Ignacio Montoya Carlotto Trío
La historia de Ignacio es un triunfo contra el olvido. Es una caricia de esperanza para continuar con la búsqueda de memoria, verdad y justicia.
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