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Foto del escritorRevista Resistencias

La calle que condujo a la Emergencia Alimentaria

Por David Pike



Luego de años de lucha, en que los movimientos populares propusieran y exigieran en las calles una ley de Emergencia Alimentaria finalmente la cámara de diputados le dio media sanción. Las y los 150 mil trabajadores y trabajadoras de la economía popular en las puertas del Congreso fueron garantes de su aprobación.

En los barrios humildes, el comedor o merendero popular reconstruye los lazos de solidaridad que destruyó el neoliberalismo.

Mientras el poder legislativo estuvo paralizado con la excusa de ser un año electoral, los movimientos populares terminaron de diseñar su propuesta de 6 leyes para el sector con la presentación de la ley de Emergencia de Género que se suma a las ya propuestas ley de Agricultura familiar, Infraestructura social y Emergencia en adicciones. Una oración aparte merece la ley de Urbanización de Barrios Populares, ya aprobada pero aún no implementada. Cuestión a tener en cuenta cuando finalmente el senado termine de aprobar la ley de Emergencia Alimentaria.



Los movimientos populares prefiguran otro tipo de sociedad, en donde la solidaridad es el eje articulador, lejos de la meritocracia o el consumismo.

Algunas cifras hacen elocuente la necesidad de una ley que aumente las partidas presupuestarias en un 50% para los comedores populares, en la Argentina uno de cada dos chicos y chicas es pobre (datos de Unicef) y en el conurbano bonaerense uno de cada tres chicos y chicas sufren problemas para acceder a una alimentación que brinde los nutrientes indispensables para su desarrollo, sumado a que el 40% se alimentan en comedores (datos del observatorio de la  UCA). Analizar los «resultados» educativos sin tener en cuenta estos condicionantes resulta insensato. 


En los barrios humildes, el comedor o merendero popular reconstruye los lazos de solidaridad que destruyó el neoliberalismo. Las doñas cocinan el alimento conseguido con la lucha llevada adelante por las organizaciones del barrio y que las y los vecinos, hayan participado o no de esa conquista, vienen a buscar. Los movimientos populares prefiguran otro tipo de sociedad, en donde la solidaridad es el eje articulador, lejos de la meritocracia o el consumismo.



Los movimientos populares se hicieron en la calle, su método histórico es el piquete. Las y los excluidos del sistema ponen lo único que tienen, sus cuerpos, en la rutas, calles o puentes para evitar que circule la mercadería, y así ponen en jaque al sistema que los invisibiliza, que los esconde bajo la alfombra, y así logran que este tenga que hacerse cargo del sujeto social que vive de reinventar su trabajo y sacarle recursos al Estado (redistribución forzosa). Pedirles que «evitemos estar en la calle» no es otra cosa que buscar debilitarlos. El acampe en Desarrollo Social y la movilización a la puerta del Congreso expresan dos estrategias callejeras distintas serán las y los de abajo quienes deban dirimir cual es la correcta.



Las crónicas periodísticas de la fecha hablarán sobre la acción parlamentaria, la unificación de los distintos proyectos, el acompañamiento oficialista, la rosca, la abstención de la delegada ferroviaria; a lo suma mencionarán la importante movilización en las puerta del Congreso. Estas líneas solo pretenden recordar a las y los verdaderos protagonistas, las y los trabajadores de la economía popular y sus organizaciones, que con la Emergencia Alimentaria consiguieron una pequeña victoria, en forma de paliativo, para la crisis social que vive nuestro pueblo.



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