Quimey - Familiares de víctimas del gatillo fácil, gente solidaria y organizaciones sociales salieron a las calles nuevamente a realizar la 4ª Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil, denunciando los casos de fusilamiento y torturas que sufren jóvenes, principalmente de los sectores marginados, en manos de la policía. En CABA se realizó a partir de las 16:00hs hasta la noche, desde Congreso a Plaza de Mayo.
La movilización anual comenzó por iniciativa de madres, padres, hermanas y hermanos de víctimas de gatillo fácil en Córdoba, en el año 2015, cuando Ismael Sosa fue asesinado por la policía cordobesa. Esta manifestación fue creciendo cada vez más y en el día de ayer se realizó en las provincias de Córdoba, San Juan, Mendoza, Chubut, Río Negro, Misiones, Santiago del Estero, Tucumán, Santa Fé, y Buenos Aires.
Con la mayoría de las madres encabezando la organización, la “Marcha Contra el Gatillo Fácil” busca visibilizar este genocidio encubierto donde policías, prefectos y gendarmes matan a sus hijos, hijas y hermanos con total impunidad. La mayoría de las víctimas son pibes menores de 25 años, y en muchos casos son asesinados a pesar de no estar amenazando la vida de nadie. En muchos otros, ni siquiera están infringiendo la ley, les disparan por ser jóvenes y pobres, bajo pretextos absurdos como “tener actitud sospechosa”.
NI UNA BALA MÁS
Gatillo Fácil es una herramienta que utilizan los que gobiernan para controlar y exterminar sistemáticamente a quienes no encajan en el ordenamiento capitalista y presentan una amenaza para este. Quienes disparan tienen la impunidad y el aval de actuar como jueces y verdugos de cada joven, quitándoles la vida sin piedad y sin respetar que en Argentina la pena de muerte está prohibida.
Para evitar el desorden que produce la pobreza y el sufrimiento que conlleva, aplican violencia institucional sobre la gente humilde, principalmente sobre los y las adolescentes que son vistos por las instituciones como la Policía como potenciales rebeldes.
En conclusión, asesinan a pibes y pibas pobres para sostener modelos de saqueo a la clase trabajadora, y a esto se suma la complicidad de los medios de comunicación masivos, que ocultan y criminalizan a esa juventud.
A pesar de la invisibilización, la realidad es muy preocupante:
Desde el año 1983 hasta hoy fueron asesinados más de 5462 pibes y pibas (censo realizado hace un año) por integrantes de las fuerzas de “seguridad”.
El actual gobierno tiene el récord de vidas cobradas con este mecanismo: hasta el último censo aumentó la tasa de casos de gatillo fácil de “un asesinato cada 28 hs” a “un asesinato cada 23 hs”. En promedio, cada menos de un día muere asesinado un pibe o piba recibiendo una bala estatal. El último año se pudieron difundir muchos casos como el de Santiago Maldonado, Facundo Ferreira, Rafael Nahuel, el Bocha Rega, o Nehuén Rodríguez, pero en la mayoría de los casos, con suerte la familia logra introducir la denuncia al sistema judicial.
No es casualidad que coincida este incremento de la cifra con la profundización de los problemas económicos y humanitarios que trajo el neoliberalismo a la Argentina. Tampoco es casualidad que se haya instalado la Doctrina Chocobar -como se le llamó al incentivo y la impunidad otorgada por el gobierno a los casos de gatillo fácil- al mismo tiempo que creció exponencialmente la desigualdad y la marginalización.
Esto recuerda algo que ya había escrito Rodolfo Walsh, en su “Carta abierta a la Junta Militar”, donde remarcó el trasfondo de los intereses que había en juego en los 70’, y el motivo la lucha que las y los revolucionarios llevaban a cabo. Refiriéndose a las desapariciones y torturas, y al sufrimiento que el sistema produce a millones de personas, escribió:
“Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
Esas atrocidades, son las que se viven en los barrios marginales, que afectan a niños y niñas que nacen sin el amparo ni la posibilidad de tener una vida digna, y que en muchos casos se concluyen con un remate a mediana edad, el remate que llamamos “gatillo fácil”.
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