Por Mariano Pacheco
Este viernes 19 de julio, se conmemoró un nuevo aniversario de la caída de Mario Roberto Santucho, El Roby, secretario general del Partido Revolucionario de los Trabajadores, comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT/ERP).
La nominación completa de la experiencia política de la que fue su máximo referente no es un dato menor, si partimos del presupuesto de que no todo el mundo tiene por qué saberlo (la gente más joven que pueda leer esta lineas, por ejemplo), y sobre todo, si pretendemos no recordar desde un misticismo apolítico, ese que no funciona como insumo para nuevas rebeldías, y para reactualizar un imaginario revolucionario sino para caer en la nostalgia.
El Roby es nuestro Guevara, si tenemos en cuenta que el che es un símbolo internacional, y Santucho, un símbolo argentino de una política que se pretendió internacional (internacionalista), sustentada en el guevarismo.
Ha sido un arduo trabajo de intervención sobre el pasado salirse de la reivindicación "inocente" del derechohumanismo atravesado por la teoría de los dos demonios, pero aún no ha sido suficiente. Hace falta todavía una discusión que pueda señalar lo que se considera errores políticos y discutirlos, sin importar si se vivió o no en esos años, si se fue parte o no de esas experiencias, a la vez que se hace una reivindicación de quienes fueron protagonistas de esas mismas experiencias a las que no se busca idolatrar sino recuperar para ensanchar el horizontes de posibilidades de la actualidad (algo de eso trata de hacer --entiendo-- Mario Santucho, el hijo del Roby, en el epílogo de su libro "Bombo, el reaparecido").
Para quienes atravesamos el 2001 desde una ética (y una épica) de la rebelión, y no desde el "miserabilismo" (teórico, político), la figura del Roby (asi como la del Che), fue fundamental, incluso para quienes pretendíamos poner en diálogo las nuevas rebeldías del Siglo XXI (que empezó en 1994 con el alzamiento zapatista) con la tradición de izquierda (sobre todo guevarista) y lo mejor que el peronismo supo dar (en su perspectiva obrera, combativa, de izquierda, revolucionaria).
"Santucho, Guevara, la patria liberada", se coreaba en un acto al que asistí en 1996, cuando tenia 15 años. La figura del Roby fue una de las más relevantes de la dirigencia revolucionaria re los años 70, y una de las menos rescatadas en la actualidad (al menos por fuera de las militancias que reivindican explícitamente ese legado).
El rescate de su figura hoy se torna fundamental. Entre otras cuestiones si tenemos en cuenta aquello que Benjamin decía en sus tesis sobre el concepto de historia. A saber: "que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo si este vence; y este no ja cesado de vencer" (no es casual que aún su cuerpo no haya aparecido). Pero también porque resulta vital porque en esas figuras del pasado podemos encontrar algunas imágenes de futuro.
Mariano Pacheco, escritor, periodista e investigador. Nacido y criado en la Zona Sur del Conurbano Bonaerense. Actualmente radicado en Córdoba.
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