Por Carlos Aznárez
Con gran dolor y la pena inmensa que solo se siente cuando se marcha uno de los nuestros, quiero escribir en primera persona sobre ese gran guerrero que fue (y seguirá siendo en nuestra memoria) Héctor «Pelusa» Carrica, fallecido por estas horas en Buenos Aires, sitiada por la guerra bacteriológica del capitalismo.
Es difícil resumir en pocas palabras la vida y lucha de este querido amigo y compañero. Podría decir como dato fundamental que era hijo de Irma Laciar de Carrica, otra inmensa dirigenta de los y las trabajadoras estatales en el área de Salud, pero además militante montonera y luchadora incansable, hasta que los esbirros de la dictadura la secuestraron e hicieron desaparecer. De ese vientre y esos códigos proviente este guerrero ejemplar que hoy evocamos.
Pelusa Carrica militó desde siempre en el peronismo revolucionario, compañero entrañable de otro luchador histórico como Dardo Cabo (asesinado también por la dictadura) y debido a su compromiso con su querido gremio, la Asociación de Trabajadores Estatales (ATE) y su pertenencia a Montoneros pasó por la cárcel y la tortura, pero no consiguieron quebrarlo. Muy por el contrario, siguió trabajando en la legalidad o en la clandestinidad por las reivindicaciones de sus compañeros estatales del área de Salud, al igual que lo hizo Irma siempre.
La caída de su madre fue muy dura para él y lo marcó para siempre, de allí que tanto cuando compartimos el exilio como en el regreso, no dejó de homenajearla y de contarle a las nuevas generaciones de qué material estaban hecho esos queridos compañeros y compañeras que dieron todo para que otros pudieran imaginar un mundo sin explotadores ni explotados.
Compañero entrañable de Víctor de Gennaro, del Sordo González, de Germán Abdala, Pelusa festejó con nosotros la recuperación de ATE para los trabajadores. Y no dudó en ponerse en marcha nuevamente en lo que más y mejor sabía hacer, ser un referente gremial de los de abajo, sin petulancias de ningún tipo y dandolo todo a cada momento. A lo largo de los años, fue parte de la construcción del sindicato junto a Carlos Custer, Cachorro Godoy, Carina Maloberti, Julio Fuentes y tantos otros que hoy seguramente lo están recordando.
Si bien en el exilio habíamos compartido, él desde Suecia y yo desde Madrid, la construcción de este proyecto que hoy es Resumen Latinoamericano, la vuelta a la patria nos unió mucho más aún, y pude disfrutar su alegría de poder, otra vez, enredarse con sus viejos compañeros de distintos hospitales, como el Rivadavia o el Posadas (donde ahora ha fallecido) y desde ahí ir construyendo en el área específica de la Salud.
Otro aspecto de su militancia que fue fundamental es la dedicación a reinvindicar a las y los compañeros y desaparecidos y asesinados de su gremio. Desde esa referencia y su compromiso con las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y en especial con la querida Nora Cortiñas y con la Liga Argentina por los Derechos Humanos, Carrica batalló incansablemente para que como él mismo decía: «ojalá algún día tengamos una Patria en que todos los derechos sean una realidad y que no haya que batallar por ellos como algo inusual».
Ni qué decir de lo que fue su solidaridad con los presos políticos de todas las épocas, y en estos últimos tiempos, muy cerca de ese otro luchador social que es Luis D’Elía, al que fue a visitar a la cárcel, y pocas horas antes de que lo operaran para ya no volver, me pidió que lo tuviera al tanto de como seguía la lucha por su libertad.
Pelusa Carrica cuando cumplió 70 años, en un festejo multitudinario, rodeado de queridos compas, en el Centro Cultura Pepa Noia.
Desde el activismo sindical ocupó también un lugar destacado en reestructurar el gremio en el Chaco, donde en función de esa impronta se trasladó a vivir varios años, y de donde trajo la bronca por las enormes carencias por las que pasan los pueblos originarios de nuestro país. De allí que con otros de sus grandes amigos de toda la vida, el Doctor Ricardo Zambrano, recorriera El Impenetrable en misión sanitaria y de denuncia sobre la situación inhumana en que viven los indígenas wichi y los pobres de toda pobreza de ese territorio.
Desde su cargo de secretario general de la comisión interna de ATE en el Ministerio de Desarrollo Social (hasta el año pasado) peleó día a día -junto a su compañera y también delegada sindical, Graciela Ríos- para que el macrismo no se saliera con la suya y destruyera con su política de vaciamento del país, cientos de puestos de trabajo en dicho Ministerio. La voz dura y cortante de Carrica, hablando en las puertas del ministerio, con su pechera verde del gremio, rodeado de un montón de jóvenes de la nueva generación gremial, quedará como una foto de lo que debe ser un dirigente gremial digno e insobornable.
Hay otro aspecto, impresindible en su vida y es su ascendencia vasca. Tuvimos la posibilidad de compartir días memorables en Euskal Herria. Allí fue parte del lanzamiento de la edición europea de Resumen Latinoamericano y participó con nosotros en una charla con la luchadora independentista Eva Forest y el músico Fermín Muguruza. También, obviamente, se comprometió con todas sus fuerzas apoyando la lucha por la libertad de las y los presos vascos. En ese marco, integramos una caravana de miles de personas que viajó hasta Bruselas con las banderas reivindicativas que planteaban nuestro amor por una Euskal Herria sin presos políticos, independiente y socialista. Esa misma pasión la volcó luego en Buenos Aires dando a conocer en todos los ámbitos la causa del pueblo de sus ancestros. «Yo soy vasco, decía, y eso se nota en todo lo que hago». Sin duda, Pelusa, sin duda.
Carrica fue lo que fue por mérito propio, pero hay alguien que en todos estos años construyó junto a él, lo apuntaló en esos momentos difíciles que todos tenemos, y lo ayudó a amar la vida como a la militancia, y esa es su compañera la «Gringa» Ríos. Uno y otra son un todo inseparable y este homenaje hecho abrazo, va para ella también por el dolor que le toca vivir en estos momentos.
Final: Pelusa fue un tipo maravilloso, sincero como pocos en decir lo que le gustaba y lo que no, un militante con los códigos de los 70, donde la lealtad, la humildad y el compromiso no se rogaban sino que eran parte natural de nuestras vidas. Un gran guerrero, orgulloso de haber sido montonero, un luchador incansable que practicaba el pensamiento crítico y soñaba diariamente con que aún era posible dar vuelta la tortilla y que los de abajo se coman la mejor parte. Con Germán Abdala y Marcelo Frondizi, su nombre se incorpora a partir de ahora a la lista de los imprescindibles cuando se hable de cómo deberían ser los militantes de ATE del futuro.
Compañero Pelusa Carrica, querido hermano de tantas vidas como las que llevamos en la mochila, te despido como sé que harías conmigo. Con un saludo de Patria o Muerte y ratificando, como decían Lino, Carlón, Norma y tu querida vieja Irma, que seguimos de pie y apostando a ser: Libres o Muertos, jamas esclavos. Nos veremos en las calles, Pelu.
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