En el último programa radial de Profanas Palabras, dedicado al día del periodista, su conductor Mariano Pacheco entrevistó a Carlos Aznárez referente latinoamericano de la comunicación alternativa y, desde hace 30 años, director del periódico Resumen Latinoamericano.
¿Cómo estás viendo hoy la cuestión del periodismo a nivel regional? ¿Qué reflexión podrías compartir sobre el periodismo latinoamericano?
Nosotros, desde Resumen Latinoamericano, hemos elegido una forma de hacer periodismo que coincide bastante con todo lo que fue, de alguna manera, mi trayectoria, en el sentido de qué tipo de elección hice para escribir, opinar y, a la vez, hacer coincidir esas opiniones y esas escrituras con militancia política. Desde que empecé a militar a los 13 años hago periodismo. Nunca he separado la idea de expresar ideas, de investigar, de escribir, del contexto de una militancia política en la base, como se dice ahora, desde abajo y a la izquierda.
Entonces, hacer una reflexión desde ese lado frente a este panorama que nos ofrece esta profesión, vamos a tomar que es una profesión aunque no me gusta esa palabra, la forma de hacer periodismo que se hace hoy, la verdad que hay un abismo entre lo que nosotros hacemos y lo que realmente se está haciendo en los medios hegemónicos. Con las excepciones de personas, hombres, mujeres, que a veces en esos sectores hegemónicos ponen el cuerpo para tratar de hacer otra cosa distinta a la que les imponen.
En este sentido, creo que estas crisis, que podríamos detallar que se dan en el periodismo argentino, esa falta de ética, esa falta de sentido común incluso para tomar contacto con lo que es el periodismo de masas, para lo que es la protesta social, para lo que es la lucha de las mujeres, o sea, todo esto recorre todo el continente, no es un problema argentino, es latinoamericano y hasta mundial. El periodismo en este momento tiene una crisis muy grande porque hay, desde hace bastante tiempo, una definición de “hacer periodismo para los de arriba”, enganchado con las multinacionales, con censura y aceptándola.
Entonces, yo estoy en las antípodas de eso y nosotros practicamos otra forma de hacer periodismo y nos va bien, en sentido de que conectamos con mucha gente que piensa como nosotros, que no está solamente aquí en Argentina, llegamos a Perú, a Venezuela, y encontramos compañeros y compañeras que hacen periodismo alternativo, contrainformativo, comunitario, como lo queramos llamar, y que ponen el cuerpo, que también sufren sus consecuencias. En ese sentido, bueno, contentos y gratificados de que hemos elegido una forma de caminar junto a los que luchan.
En ese sentido, me refiero a toda América Latina, hoy hay muchos compañeros comunicadores populares que están pagando con su vida, precisamente, por estar enrolados en las filas de los que luchan.
¿Qué reflexión hacés de lo que fue la figura de Walsh, no sólo para los argentinos sino también para América Latina?
Él fue un hombre que dejó un legado que todavía tiene una fuerza impresionante, incluso entre los más jóvenes, que muchas veces se acercan a las lecturas de Walsh o a la forma que tuvo de hacer periodismo de investigación y tratan, de alguna manera, de imitar ese gesto.
Walsh fue un hombre que, con mucha certeza, planteó la necesidad de que los periodistas o los intelectuales, porque él también abarcaba esa idea del intelectual que puede escribir un libro, incluso libros que tuvieron mucha trascendencia, tenía que estar muy identificado con la militancia política revolucionaria hasta las últimas consecuencias. Tanto Walsh como Paco Urondo, que además eran amigos, llevaron adelante una forma de practicar el periodismo desde la idea de comprometerse hasta mancharse, como diría el poeta español. Comprometerse con el trabajo de los que están luchando en una fábrica, en una universidad o en un barrio, pero también comprometerse a la hora de tomar las armas para emancipar un país Y, en ese sentido, Rodolfo despreciaba a los intelectuales, que hacían la revolución desde un café pero que no se animaban, ni siquiera, a ir a un barrio a ensuciarse sus zapatitos para militar con los de abajo.
Ese es el ejemplo que nosotros hemos seguido, nosotros nos identificamos completamente con esa forma de pensar de Walsh y lo reivindicamos como periodista, como escritor y como montonero. Damos la batalla para que no se olvide esto último, que fue un militante político de una organización que tomó las armas, y que estaba orgulloso de eso, a pesar de que cuanto tenía que criticar lo hacía con la organicidad que esa propia organización le permitía.
Para cerrar, un mensaje en el día del periodista
Un recuerdo para todos los compañeros comunicadores populares que cayeron y seguirán cayendo en la medida en que se comprometan con las ideas de los pueblos. En ese sentido, me refiero a toda América Latina, hoy hay muchos compañeros comunicadores populares que están pagando con su vida, precisamente, por estar enrolados en las filas de los que luchan. Un abrazo para todos ustedes, que hacen periodismo también muy ligado a los problemas de la gente.
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