Carina López: «El macrismo se va porque le infligimos una derrota popular»
Por Valeria Fariña*
Hace apenas dos meses nos dábamos a la tarea de contactar a mujeres luchadoras para hablar, y sobretodo, para escuchar sus voces. Ante la interrogante de que existe poca literatura escrita por mujeres, sobre la coyuntura general argentina, intentamos una respuesta: entrevistas, difusión y unidad. Y ese ha sido el pequeño recorrido hasta el momento. Una, si se quiere, semilla de contrainformación.
Esta vez, compartimos un café con una joven lideresa social y periodista, madre de mellizos de 2 años de edad, Carina López Monja. Ella milita y es referenta en el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), desde el año 2004, cuando fue fundada esta organización social y política, en la que confluyeron distintos movimientos de trabajadoras y trabajadores desocupados, estudiantes, etc.
Carina López, en su organización, se dedica a tareas de comunicación y de relacionamiento político. Estas últimas implican asuntos electorales e institucionales, con lo cual, también milita en la plataforma “Pueblo en Marcha”, que forma parte de la coalición electoral “Frente Patria Grande”.
Acerca de esto hablamos con Carina López: las disputas electorales frente al gobierno de Mauricio Macri, por qué era mejor la candidatura de Cristina Fernández a la presidencia, el programa de los movimientos populares, los logros del movimiento feminista, qué hacer ante la omisión del Estado frente a la trata, que posición tiene el FPDS respecto a la prostitución y las posibles tareas y objetivos de la comunicación alternativa en la era del internet. A continuación la entrevista completa.
-¿Desde el FDS qué análisis hacen de la situación que está viviendo Argentina a partir de la asunción de Mauricio Macri?
-Entendemos que el macrismo en Argentina vino a avanzar en un proyecto, que no es sólo nacional y regional, sino que tiene que ver, en términos geopolíticos, con la subordinación a los Estados Unidos, a los imperios. La llegada de Mauricio Macri implicó modificar el lugar que tenía nuestro país en relación a la integración de la Patria Grande, y con los procesos del Mercosur y la Unasur. De hecho, Macri se colocó al frente de la avanzada contra Venezuela, y fue Estados Unidos quien le otorgó ese papel.
-Ahora estamos casi llegando al final del mandato de Macri, pero al comienzo, ¿ustedes preveían toda la política que se aplicó desde el 2015?
-Estos cuatro años los vivimos con mucha preocupación. Cuando Macri asumió no había un imaginario de que la catástrofe iba a ser tan grande, y con el tiempo nos dimos cuenta, de que el gobierno de Macri buscaba una derrota histórica para el pueblo argentino, buscaba, como él mismo lo dijo, “mover los cimientos”. En esa dirección, aplicó la reforma previsional que recortó las jubilaciones y las pensiones, firmó un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea y pactó la subordinación -en términos institucionales y jurídicos- plasmada en iniciativas y tratados regionales. Además, desmanteló muchos derechos sociales y laborales que se habían conquistado e intentó dar un giro total en el tema de los Derechos Humanos. El macrismo fue viendo hasta dónde el pueblo argentino soportaba esas políticas: cuándo el pueblo resistía y entonces ellos tenían que retroceder, o cuando directamente ellos podían avanzar. El nivel de organización, movilización, masividad y unidad que tuvo el pueblo trabajador en las calles frenó muchas políticas que intentó imponer Macri, como por ejemplo, cuando se le dijo no al 2×1, que quería reducir las condenas a los genocidas que cometieron delitos de lesa humanidad. Pero lo que sí logró este gobierno, por ejemplo, fue una brutal transferencia de los recursos de los trabajadores y trabajadoras a los sectores concentrados de la economía.
–Las realidad es alarmante: más de 14 millones de personas viven en la pobreza.
-En los últimos años, el nivel de desigualdad aumentó terriblemente, además de crecer la pobreza, la desocupación, el cierre de industrias, la inflación y el precio de los alimentos. No hay un índice que no muestre el nivel de clasismo del gobierno: es un gobierno de ricos, pensado para garantizarle mayores privilegios a las empresas, a los sectores económicos concentrados y a los bancos. En este punto, el acuerdo con el FMI nos coloca ante una catástrofe: el endeudamiento es altísimo, y eso repercute directamente en la vida cotidiana de la gente, y además no es algo que pueda resolverse en un próximo gobierno. Nos dejó un país fundido.
-¿Qué posición tiene de cara a las elecciones de octubre?
-En el Frente Darío Santillán hubo una discusión importante, en los últimos tres años, sobre cómo lograr que el gobierno de Macri no cuente con el respaldo, con la legitimidad para avanzar con las políticas neoliberales. Por un lado, nosotros nos planteamos la necesidad de hacer todo lo posible para que el gobierno de Mauricio Macri no tuviera un espaldarazo en las urnas, como lo tuvo hace unos años. Y además, resolvimos concentrar esfuerzos para que Macri se vaya.
«El macrismo no sólo a avanzó en políticas neoliberales de destrucción del empleo sino que además avanzó en una cuestión de sentido común, de disputa de un imaginario social, y más allá de que ellos se vayan, dejaron algo sembrado. Como por ejemplo, algunas cosas, que hemos visto en los últimos años: gente quemando a personas en situación de calle, o personas pegándole a alguien que se robó algo en la calle. Todo eso está incentivado en una lógica de odio al diferente, al pobre, y es xenofobia, es racismo».
–Existen distintas miradas y también debates, acerca de cómo se tiene que ir Macri, cómo echarlo, ¿qué piensan ustedes?
-Hubo un debate en el campo popular, sobre si Macri se podía ir de otra manera que no fuera vía elecciones. Más allá de las distintas miradas que existen, eso no pasó. Por nuestra parte, entendemos que hay que hacer un esfuerzo para que se vaya en las urnas, nunca pensamos, como en algún momento parecía, que Macri era invencible y que se iba a quedar por ocho años.
–¿Por eso es que ustedes como Frente Dario Santillán resolvieron construir una herramienta electoral?
-Comenzamos a construir una herramienta político-electoral que es “Pueblo en Marcha”, y allí debatimos la necesidad de que Macri se vaya, y apostar a la mayor unidad posible para lograr una derrota contundente del macrismo. En ese debate, nos sumamos al “Frente Patria Grande”, y con el resto de las fuerzas que son parte, planteamos la discusión de que Cristina Fernández tenía que ser la candidata a la presidencia, que ella era quien podía unificar a la más amplia oposición para ganar las elecciones. Después, Cristina Fernández planteó la candidatura de Alberto Fernández a la presidencia y ella como vice-presidenta.
-¿Cuáles son las diferencias entre ambos?
-Entendemos que Cristina no expresa lo mismo que Alberto Fernández. Él se fue del gobierno de Cristina, en momentos en que ella dio algunos debates y enfrentó algunos privilegios y a algunos sectores de poder en la Argentina. Pero de alguna manera, la candidatura de Alberto Fernández es la que permite una unidad, que hace que hoy, por ejemplo, estemos discutiendo, luego de las elecciones internas, algo que hace poco tiempo era impensado: una derrota del neoliberalismo en todo el país. En esa clave, la derrota en cada uno de los distritos, el próximo 27 de octubre, tiene que ser lo más sólida posible, porque el macrismo no va a desaparecer.
– ¿Qué es lo que hay que exigirle al próximo gobierno? ¿Cuáles son las demandas del movimiento popular?
– Los movimientos populares en estos cuatro años construimos una agenda de conjunto, unidad en la calle, resistencia. En esa resistencia construimos un actor político que no está solo para estar en la calle y resistir, sino que tiene propuestas concretas de qué proyecto de país, de qué Argentina y qué América Latina quiere. En ese sentido, el conjunto de los movimientos populares, la CTEP, Barrios de Pie, la CCC, el Frente Darío Santillán, construimos un programa de “Tierra, Techo y Trabajo”, iniciativas de cooperativas que fueron planteadas en el Congreso Nacional, como la Ley de Emergencia Social, la Ley de Barrios Populares o ahora la Ley de Emergencia Alimentaria, que fueron aprobadas. Y también otras, que son mucho más profundas, que tiene que ver con algo que se discute poco en Argentina, y que para nosotros es fundamental: que la economía popular sea política de Estado.
-¿Qué significa eso?
-Tanto en los gobiernos neoliberales como en los desarrollistas o neodesarrollistas, se entendió de alguna manera que la pobreza y la desigualdad, se iban a solucionar con políticas industrialistas, de empleo, etc. Pero la realidad es que Argentina no tiene condiciones de tener pleno empleo, que hay muchos hombres y mujeres que hace años trabajan y garantizan cosas que el Estado no pudo garantizar, desde escuelas públicas y populares, hasta la red que tiene que ver con los comedores, merenderos y espacios de niñez, de cuidado, de contención y sostenimiento cotidiano en los barrios. Ese sector, que durante muchos años estuvo invisible, es un actor político que hoy tiene una propuesta de país.
«El Estado sigue teniendo una deuda enorme con las mujeres, travas, trans, movimiento de disidencias, en relación a la violencia de género».
-¿Desde el feminismo cuáles serían las batallas más importantes a dar con un cambio de gobierno?
-Nosotras una de las cosas que aprendimos durante estos años es que el movimiento feminista en Argentina ha logrado, por primera vez en mucho tiempo, poner en discusión muchas cosas que antes no estaban sobre la mesa. Y las puso en la agenda pública, en el debate en el Congreso, en la familia, en la escuela, en la cama, en el barrio, en el lugar de trabajo. Se logró con masividad y por la unidad lograda, por asumir que había que dar batallas de conjunto más allá de diferencias y matices. Recuerdo que en el 2006 o 2007, en el Frente Darío Santillán discutir el aborto legal, seguro y gratuito no era una discusión de mayoría, y tampoco era tan sencillo discutir que fueran las compañeras las que estuvieran al frente de las discusiones políticas, de las gestiones. Y eso se logró, gracias a un movimiento transversal, al feminismo. Como organizaciones o personas colectivas a veces no tenemos la capacidad de escuchar, y el feminismo sí tiene mucho de eso, de escuchar, de estar ahí, de poner el brazo, de acompañar. Eso es un aprendizaje que no podemos perder.
-¿Qué puntos incluyen la agenda del movimiento feminista?
-Hay que seguir peleando en una batalla muy importante: la ley y el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Creemos que esa ola verde que se expresó frente al Congreso Nacional, esa capacidad de discutir en la agenda pública, de debatir, mostró los límites de la democracia, es decir ¿a quién representaban los que estaban adentro del Congreso votando sobre las millones de mujeres?. O sea, somos las mujeres las que fuimos capaces de poner en debate qué democracia que estamos construyendo cuando el Congreso Nacional no estuvo a la altura de votar la Ley del Aborto. Hay una agenda que tiene que ver con asumir al movimiento feminista como protagonista , es fundamental que las políticas públicas del próximo Estado las discutan las mujeres, que exista un ministerio que discuta eso o que haya un lugar relevante, en el que se pueda discutir de fondo cómo hacemos realmente para que el patriarcado, el sistema de dominación que hoy tenemos, la representación política que tienen las mujeres, cambie estructuralmente.
-¿Qué opinión tiene ustedes como FPDS en torno a la trata, por un lado, y al tema de la prostitución?
-Entendemos que la explotación sexual de mujeres y niñas es una constante del modelo patriarcal y es contra eso, entre otras cosas, que luchamos. No es una opción confundir trabajo con explotación y mucho menos si de secuestros, violaciones y dominacion, se trata. Sobre el debate abolicionista y el reconocimiento del trabajo sexual tenemos eso, debate. Muchas compañeras que han puesto el cuerpo como trabajadoras sexuales tienen posturas muy firmes en relación a esto, todas con una mirada crítica y entendiendo que la falta de opciones no puede ser denominada como «elección». Entendemos que en un mundo donde no haya opresorxs ni oprimidxs no existiría tal debate y la posibilidad de acceso al trabajo digno sería corriente.
«En los últimos años, hubo muchas situaciones de trata en los barrios populares de la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal, que no llegan a parecer en los grandes medios. Por ejemplo, desaparece la hija de una compañera boliviana de 12 años de edad, y ella va sola a la comisaría y después con otra compañera, y lo que sucede es que las maltratan y no les dan respuesta. Pero eso es un circuito, en el que la respuesta del Estado es nula, y es muy grave porque las primeras 48 horas de desaparición son fundamentales. Ahí lo que tenemos es a la organización, porque el Poder Judicial tampoco te atiende. Hay un sistema perverso que está hecho para que vos te pierdas y que quede impune la situación».
-Vos sos periodista, ¿qué tareas consideras que tenemos, desde la comunicación alternativa, cuando América Latina ve crecer gobiernos de derechas y fascistas pero en la que también aparecen insurrecciones como la de Haití, Puerto Rico o la resistencia del pueblo bolivariano?
-Una de las cosas, que a veces nos pasa, es que no terminamos de asumir que cambió la etapa de la comunicación. Todos sabemos de las nuevas tecnologías, de la sobreinformación, pero no logramos cambiar la forma en la que producimos. Entonces, existen miles de medios de comunicación digitales, impresos, radios, televisoras comunitarias y portales, que con diferencias y matices, informamos más o menos lo mismo. El mayor desafío que tenemos hacia adelante es la disputa de sentido, y para eso hay que lograr una convergencia, una unidad, comunicar y generar una reflexión que sea lo más colectiva posible.
«Hay un escenario donde nos acostumbramos a algunas cosas y eso genera una barrera de insensibilidad. Si todos los días me dicen que despidieron a 20 personas, a 40 personas, en el momento en que me digan que despidieron a 3, voy a decir “bueno”. Es decir, ahí juega mucho la situación de las emociones, de informar desde determinadas formas, el macrismo sabe mucho de eso, no hay que copiarlo pero hay que asumir que las cosas que no funcionaron no hay que hacerlas más. Una de las claves tiene que ver con pensar la comunicación en clave de movilizar, conmover y llamar a la acción, no podemos perder la capacidad de conmovernos ante la injusticia.»
-¿Macri se va?
-El macrismo se va, porque le infligimos una derrota popular, pero hay un entramado dentro de la sociedad donde caló el neoliberalismo. Eso es uno de los principales desafíos que tenemos para que se puedan construir otras políticas, porque sino vendrá otro gobierno, que esperamos que sea mucho mejor que este, es difícil que no pueda serlo, pero ese sentir en la sociedad se puede impregnar y podemos volver a retroceder años en Argentina.
*Resumen Latinoamericano
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