top of page
Foto del escritorRevista Resistencias

Argentina en cuestión: Entrevista a Belén Rozas: ¿Por qué no discutimos la democracia?

Actualizado: 6 ago 2019

Aportes al feminismo popular.
Foto por Alexandra Aragón

Por Valeria Fariña y Guillermina Roca*


Belén Rozas tiene 26 años, milita en Organizaciones Libres del Pueblo (OLP), en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y en Encuentros de Feminismo Popular. Con ella estuvimos conversando sobre la política nacional vista por las vivencias que tienen las militantes mujeres y las disidencias, y sobre el feminismo popular que desarrollan hace ya varios años.


«Lo personal es político», nos explicó Belén, cuando nos preparábamos para la entrevista. Luego, nos contó más a fondo:  aún subsisten muchas resistencias a las prácticas feministas en los sectores de la izquierda. Confesó que a ella le llevó un tiempo definirse feminista y que aún lucha consigo misma para desterrar hábitos y costumbres.


Todo lo que se ha conquistado hasta el momento en el movimiento feminista, la militancia estudiantil, barrial y sindical fueron algunos de los ejes que marcaron la entrevista que le hicimos desde Resumen Latinoamericano. Además, Belén se adentró en la Argentina pre-electoral, remarcando que hay que discutir y problematizar la democracia burguesa: Las elecciones son una piedra con la que nos caemos muy seguido.


El fascismo atenta directamente contra el feminismo


-¿Como mujeres militantes, qué lectura hacen de lo que está sucediendo en Latinoamérica, a partir del avance de la derecha y del retorno de los proyectos neoliberales?


-Belén Rosas: El triunfo de Bolsonaro, fue ese click que nos hace decir “acá está pasando algo más jodido de lo que creíamos”. La línea conservadora, misógina, homofóbica… todo al extremo y hacia la derecha, y en ese contexto el asesinato de Marielle Franco, eran señales de que estábamos ante algo muy grave. Y nos preocupa que no se le dé la dimensión que nos parece que tiene. En el análisis que hacen muchos compañeros, que son muy acertados sobre la situación, no se tiene en cuenta la especificidad con la que vivimos esta situación las mujeres y las disidencias. A veces nos olvidamos cuando analizamos lo que hace el imperialismo, que en las guerras las mujeres y las disidencias son las que siempre están poniendo sus cuerpos, y que pasa lo mismo cuando unos países invaden a otros.


Además no tomamos en cuenta que las ideas conservadoras van directamente contra las ideas feministas. Por ejemplo, en Argentina, por las madrugadas, en los canales de televisión, de esos que ven cualquier señor o señora de barrio, los pastores dicen textualmente que a las mujeres hay que “exterminarlas” porque supuestamente queremos imponer nuestra ideología de género y estamos al servicio del demonio. Eso es Bolsonaro, eso es la derecha en el continente, eso el conservadurismo.


Otra esfera análisis es lo cotidiano, que es perceptible en la calle. Como una persona con un montón de privilegios, siendo una mujer cis, blanca, te digo que el nivel de agresión que estoy viviendo en la calle no me había pasado nunca. Ya por tener el pañuelo verde en la mochila, o por no seguir los estereotipos de mujer, me pasa seguido que algún señor se hace la señal de la cruz cuando me ve, o te dan empujones o te gritan “torta de mierda”. Me imagino que si esta situación me pasa en la ciudad de Buenos Aires o en mi barrio en el conurbano, la cosa debe ser peor en las provincias que son mucho más religiosas. La principal respuesta para enfrentar esto son las redes feministas que excedan las fronteras, la práctica internacionalista. Recuerdo que la última vez que vino Federici, que hicimos una actividad en CTEP, ella decía que el capitalismo tiene una forma de funcionamiento que se organiza a nivel mundial, y que el feminismo tiene que hacer lo mismo.




Resistencias a las prácticas feministas


– El movimiento feminista sigue creciendo y extendiéndose, no sin encontrar dificultades a la interna. ¿Cuáles crees que son las más importantes?


-Belén Rosas: En términos generales, me parece que hay una resistencia, no sé si al feminismo, pero sí a algunas cosas que implican las prácticas feministas, como por ejemplo tener en los espacios de conducción a más compañeras mujeres y disidencias.


Quizás puede ser que no haya una resistencia a que las compañeras se organicen de manera separada, pero es distinto en el caso de organizaciones mixtas. En este última caso, al principio los varones expresan el apoyo, pero en el momento que estás avanzando y ellos tiene que reconocer los privilegios que tienen, y tienen que empezar a ceder algunos espacios, ahí aparecen las resistencias. No es lo mismo un sindicato que un colegio secundario, se organizan diferente a la interna y también tienen distinta composición.


Desde el espacio de juventud de mi organización hace varias generaciones que estamos militando dentro de los colegios secundarios, y ahora estamos viendo que las nuevas generaciones de estudiantes secundarios que integran nuestra organización son diferentes a las anteriores. Hoy un pibe varón cis, de 14 años, tiene una mayor conciencia y mayor predisposición para modificar actitudes, se atreve a desentramar el chip patriarcal con el que nos crían. No es lo mismo organizarse en un sindicato donde las cúpulas son siempre las mismas, donde las reuniones en que se toman decisiones están compuestas por señores de más de 50 años. En esos espacios tenés que avanzar de otra manera.


– Los espacios nos involucran a todas y todos, aunque no siempre se compartan. De hecho, también de parte nuestra, como mujeres, solemos admitir y reproducir las prácticas patriarcales sin darnos cuenta de lo que implican, aunque hace años que estamos revisando más a fondo esta cuestión. ¿Cómo creen ustedes que se puede cambiar esto, y qué experiencias organizativas tienen al respecto?


BR: Primero hay que reconocer que sí hay muchas compañeras ocupando lugares muy importantes dentro de los sindicatos, y haciendo un trabajo excepcional desde hace décadas, cuando esos contextos eran más difíciles para las feministas. El problema es que muchas compañeras han sido formadas por compañeros que tienen lógicas patriarcales y entonces las reproducen, pero a partir de toda esta ola feminista que estamos viviendo se dio lugar a que se modifiquen algunas cosas. Por otro lado, me parece que es una pelea cotidiana. Milito dentro de un sindicato, la CTEP, que es un espacio con otras características, no es la CGT. El secretario general de la CTEP, el “Gringo” Castro, es un tipo de 50 años, que ha introducido en su discurso un montón de cosas que ha aprendido de nosotras, desde el hecho de no decir “muchachos” y nombrarnos. Lo he escuchado en actos masivos, arriba de un escenario con señores de sindicatos tradicionales, diciendo que la forma de modificar las cosas será escuchar más a las compañeras y seguir el camino que está marcando el feminismo popular. Si después toda la CTEP sigue esa línea o no, es otra cosa. Algo que he marcado mucho a la interna de ese espacio, es que en la mesa representativa soy la única mujer y persona de menos de 30 años, y además creo que es bastante reciente el hecho de que los compañeros me tengan en cuenta.


También, otra cosa que pasa con las mujeres y las disidencias dentro de cualquier espacio, es que tu tarea es dedicarte a género, como si nosotras no pudiéramos hacer otra cosa. Estás dentro de ese frente y ahí tomás les decisiones que quieras, pero después “no vengas a romper las pelotas para definir otras cosas más generales porque sos la responsable de género”. En la CTEP tenemos una Secretaría de Mujeres, donde pensamos las cosas que hay que hacer para nuestras compañeras, y donde también pensamos el sindicalismo desde otra perspectiva. Ese es un espacio muy rico, donde coincidimos distintas organizaciones, y tenemos lógicas que no son las habituales del patriarcado, desde como dialogamos y tomamos las decisiones, hasta como repartimos recursos. La clave está en buscar a las aliadas. Y en escenarios con varones que no te tiene en cuenta, creo que a veces es a las patadas. Es difícil.




Teoría y práctica feminista: dos caras de la misma moneda


BR: Desde una formación leninista me parece que no se puede separar la teoría de la práctica, y que uno de los problemas que tenemos en el campo popular es que hay mucho discurso y una práctica que no va con eso. A nivel teórico, nosotres leemos un poco de todo. Nos interesa mucho la experiencia del feminismo comunitario, del feminismo popular, que parece como un adjetivo poco importante pero cuando lo ponés en contraste con todas las líneas que hay que en el movimiento feminista, resulta fundamental esa palabrita. Hay un mensaje muy liberal de “empoderáte”, pero empoderate vos, y a lo sumo con tu amiga, eso es una actividad individual. “Popular” significa práctica colectiva, esa que se va construyendo y buscando con lo que hay.


Recuerdo los primeros talleres que hacíamos en los barrios, que es principalmente el lugar donde militamos. Cuando teníamos poca experiencia, íbamos con un afiche con los tipos de violencia que existen y la tipificación de la ley 26.485, pero con el correr del tiempo nos dimos cuenta de que no iba por ahí, que no es que las compañeras no saben lo que es la violencia, la viven cotidianamente y más que los sectores de clase media.


Entonces, ¿qué es mejor, ir a explicarle a una compañera que es la violencia de género o fomentar que analice su vida y la reconozca en conjunto con las demás? Porque si lo hace cada una sola, se llegan a esas conclusiones de que fue su culpa, que hizo algo mal, que tuvo mala suerte, pero, cuando se pone en común, las compañeras se dan cuenta que no se trata solamente de la violencia física o sexual, sino de todas las operaciones que tiene el patriarcado sobre nuestras vidas y las de nuestros compañeros. Ahí es cuando se encuentran los mejores resultados.


Por otra parte, algo que venimos charlando con las compañeras, es que es difícil lograr que los varones cis entiendan que el feminismo también significa la liberación para ellos. Hay una falta de compresión total de que estamos pensando un proyecto de mundo y de sociedad, que también es bueno para ellos, que también implica su liberación y emancipación.


«Todas las compañeras que transitamos el feminismo encontramos la resistencia en todos lados. La he encontrado en mi casa, y después dentro de mi organización. A veces hablamos de nuestras organizaciones o construcciones como algo magnífico y el error es pensar que son modelos terminados. La resistencia está en todos lados porque hay mucha falta de formación. Me encuentro con compañeros que tienen conocimientos en muchas cosas pero no saben lo que es la identidad de género. También a nosotras nos falta formación en un montón de temas, pero en el tema de género hemos hecho un recorrido que los compañeros quedaron medio afuera, y de eso también habrá que hacer un balance, sobre lo qué hicimos para que se distancie tanto».




– ¿Crees que esto en cierta medida se relacione con el divorcio o la división excluyente que a veces se realiza entre el patriarcado, el capitalismo y el machismo, y que además tenga que ver con las etapas que ha ido transitando el movimiento feminista?


BR: Sí. Tengo 26 años y cuando empecé a militar no me definía feminista, es todo muy reciente para muchas de nosotras. Hay muchas que piensan que el feminismo viene del 2015, pero hubo compañeras de siempre dando esta pelea, con sus errores y aciertos.


Ahora estamos peleando por otras cosas, pero es lo mismo, venimos de esas experiencias. Justo ahora estoy leyendo “Mujeres guerrilleras” (del ERP y Montoneros), que me lo prestó una compañera, y ves que en esas experiencias, que una a veces comete el error de idealizar, te encontrás con que a las compañeras les pasaba lo mismo que ahora, pero por mil. Me parece que es una cuestión de etapas. Al principio estábamos en una posición muy a la defensiva, no es joda darte cuenta que te oprimieron toda la vida. Te das cuenta que te dejaron afuera de todo y querés ocupar lugares a las patadas. Es un proceso. Ahora, ya habiendo pasado cuatro “Ni una menos”, están un poco más claras algunas cosas. Estamos en un momento dentro del movimiento feminista, donde estamos observándonos y empezando a articular entre las mujeres y disidencias que pensamos más o menos de la misma manera. Para poder profundizar en este camino, hay que tener presente que nuestra lucha no sólo es reivindicativa. Por supuesto que hay que pelear por las cosas que nos faltan, como decidir sobre mi cuerpo o que no me maten, eso tiene que ser cada vez más masivo.


Pero hay un planteo profundo que también hay que poner sobre la mesa. Ahora estamos

en la etapa de pensar si el punitivismo sirve o no…


-¿El punitivismo sirve?


BR: Es muy complicado. La sigo mucho a Rita Segato, creo que sobre este tema es la que tiene la palabra más autorizada, y a compañeras que tienen experiencias han nutrido esos planteos. Me parece que no hay que dejar de defendernos frente a casos concretos de violencia, pero hay que buscar cual es la forma por la cual eso va a cambiar de una vez por todas, porque si hay algo que aprendimos en los últimos años es que si te ponés a escrachar violadores, no vas a terminar más. Esto militando en colegios secundarios es algo que pasaba un montón al principio. Ahora lo alternativo hay que pensarlo. En el camino me parece importante que no dejemos las prácticas de problematizar las violencias que sufrimos, ponerles un nombre. Pero de ahí a salir a matar machos me parece que no. En ese sentido no creo que el punitivimos sea la respuesta. Pero, cuando decimos que la respuesta es la educación, la formación, veo que eso se lo puede encausar con varones que tienen menos de 20 y 30 años, pero en la gente más grande no siempre es posible porque ofrecen mayores resistencias.


– ¿Cómo abordan esto en los barrios donde ustedes militan?


BR: Al principio, cuando en un barrio un tipo golpeaba a una compañera lo íbamos a buscar. Esas cosas hay que hacerlas. Reivindico la autodefensa feminista, pero me parece que tiene más resultados generar conciencia primero, tanto en los compañeros como las compañeras. Nuestra prioridad ahora es que las compañeras se sepan defender, para que frente a un eventual caso de violencia, que es cotidiano en cualquier barrio, se creen las redes que vayan a asistirla.




«Cuando vamos a un barrio nuevo hacemos asambleas para presentarnos y explicar cuál es nuestro proyecto político. Me esfuerzo especialmente en que los compañeros y compañeras que ingresen a la organización sepan donde se están metiendo, porque sino es una cuestión de que como tienen necesidad vienen porque les podemos ofrecer un plan social o un bolsón de mercadería. No juzgo a la gente que hace eso, porque estamos en un contexto de mucha necesidad, pero me parece importante que desde las organizaciones se marque cuál es la política que se tiene, porque si no solamente juntamos gente y bolsones y eso no va para ningún lado».




Lucha política y lucha reivindicativa


– Este año son las elecciones en Argentina, ¿qué piensan hacer ustedes?


BR: Las elecciones son una piedra con la que nos caemos muy seguido. En principio, me parece que ninguna organización que tenga una perspectiva revolucionaria puede pensar que la tarea central son las elecciones. Esto gran parte de las organizaciones lo compartimos, el tema es que después empezamos a ver la coyuntura, y ahí aparece lo particular del momento. Ahora nadie lo puede negar, tiene que irse Macri. Por esto, la mayoría de los espacios están planteando que la salida es lo electoral, algunos con mayor agrado, otros con menos ganas de tragarse sapos. Pero no me quiero meter en la discusión puntual de un frente, porque lo que discuto es la estrategia, me parece errada la de ir siempre atrás de lo electoral, o la estrategia de estar detrás del Estado para sacar recursos, que además ya no hay tantos. No significa esto que nunca sirva lo electoral. Las experiencias de utilizar la herramienta electoral creo que son validas si podes lograr un avance de tus políticas. Me parece que no es el caso actual y no lo fue desde el retorno a la democracia. Creo que los lugares donde eso sí puede facilitarse esto es a nivel municipal. En un municipio contás, en el mejor de los casos, con un desarrollo de tus políticas que hace que sea bastante concreto para el resto de la gente, y podes lograr una construcción que integre a la mayoría de la gente. Pero a nivel nacional no hay ninguna disputa de poder, toda la gente que está bancando una fórmula o la otra lo viven desde afuera, eso es lo que me preocupa mucho. Hay que preguntarse si vale la pena poner toda mi militancia para hacerle campaña a un frente que no representa mis intereses, si vale la pena seguir sosteniendo esta democracia burguesa que no nos da de comer, no nos educa, no nos da salud. Esa es para mi la discusión central. Más allá de las elecciones o la coyuntura actual, ¿por qué no discutimos la democracia?


-¿Te referís a sectores de la izquierda o a la sociedad en general?


BR: Estoy hablando de compañeros y compañeras con los cuales coincido en un montón de cosas, y reconozco el trabajo que hacen en un montón de sectores. Pero para profundizar las cosas que se están haciendo bien, hay que discutir la democracia, sino es todo muy cómodo. Llevando esto a la construcción en un territorio, por ejemplo, ahí vos sabés más o menos cuál va a ser el techo que podes tocar. Es muy difícil militar en el macrismo, en el sentido de que las cosas que antes nos parecían tareas secundarias hoy son urgencias. La gente necesita trabajo y comida. Es bien concreto. Me angustia tener que conseguir fideos para la gente, pero lo hago con la mayor convicción porque sé que si hay hambre no podemos organizar la revolución. El tema es que este tipo de tareas no se toman como algo temporal, ahora se hace porque nos estamos defendiendo, ¿pero cuándo armamos la resistencia, algo que realmente haga tambalear un poco las cosas?





– ¿En las experiencias organizativas, y de insersión que ustedes tienen, que sentimientos recogen de los sectores populares respecto a las posibilidades de querer, de disponerse a luchar para transitar y construir resistencias a la barbarie actual?


BR: En las generaciones más jóvenes hay un nivel de descreimiento alto. Al haber nacido en la década de los 90, somos hijes de esta democracia y nunca hemos visto nada distinto. En las revueltas más cercanas, del año 2001, eramos muy pequeños. Las generaciones anteriores, que han hecho cosas en la historia, tenían unas referencias que hoy no están, no digo que no pase nada en ningún lado, hoy tenemos ejemplos de insurrecciones en el continente que son muy valiosas, pero están en otro nivel. Tengo como faro a Venezuela y al chavismo, muchas cosas que ha hecho Evo Morales, la Revolución Cubana que sigue iluminando generación tras generación, me inspiran lo que hacen las mujeres kurdas, la resistencia palestina… Pero veo que nos falta algo que sea cercano, palpable, que nos inspire a sentir que podemos hacer otra cosa. También hay que ver qué nos hicieron para que traguemos el discurso del fin de la historia, el que no se puede hacer más nada, que el socialismo ya no existe, que no puede haber ninguna revolución ni ningún tipo de cambio. Además hay un nivel de descreimiento hacia la clase política, porque el discurso de que los políticos son todos iguales, es un poco verdad y un poco incorrecto. No es lo mismo Cristina que Macri o Vidal, o que un sindicalista, pero entre ellos comparten muchas cosas.


– ¿Por ejemplo?


BR: Son capitalistas. Hay un descreimiento hacia la clase política porque todo se ha vuelto un espectáculo previsible. No sé si hay un descreimiento hacia las organizaciones. Hay experiencias muy valorables. No es lo mismo cuando en una marcha un notero le pregunta a les manifestantes por qué están ahí y no saben que responder, eso es algo que hay que modificar urgentemente, eso de que a la gente se la utilice para engrosar la fila y no se apueste o no se logre que realmente estén concientes de los motivos por los cuales vale la pena luchar, pero también hay organizaciones que sí forman cuadros en los barrios y que tienen espacios construidos que son buenísimos.


También a veces pasa que no se valora cuando hay una marcha o cualquier tipo de actividad que va por fuera de lo reivindicativo y no obtenés nada a cambio, como cuando te movilizas contra la injerencia yanqui en Venezuela. Si sólo formas a la gente y la llevas de un lado al otro para sacarle recursos al Estado y ese compañero o compañera no es capaz de ir formándose para adquirir mayor conciencia y sensibilizarse porque hay otro países que también están sufriendo la opresión del imperialismo, y de manera mucho más dura que la nuestra, después vienen las consecuencias, de por qué estamos como

estamos, del descreimiento.







Hacia el 34 Encuentro de Mujeres: el internismo puede ir contra el movimiento


–Se aproxima el 34 Encuentro de Mujeres, ¿cómo viene la preparación?


BR: El Encuentro es una experiencia maravillosa que se la recomiendo a todas las mujeres y disidencias. Ahora se están discutiendo temas que tienen ver con la ampliación del Encuentro, y hay muchas polémicas. Sinceramente nosotros lo estamos viendo como bastante desde afuera, y entiendo que quizás alguna compañera que le está poniendo todo a la organización de Encuentro, le suene ofensivo lo que pueda decir aquí. Nosotres no tenemos construcción por ahora en La Plata, entonces no formamos parte de la comisión organizadora. Creo que tirarnos por la cabeza con comunicados es algo que hay que erradicar. Hay que apostar a prácticas feministas. No se cuál es la resistencia que están teniendo algunos sectores para no querer ampliar nuestras construcciones, para fortalecerlas, y que el Encuentro sea Plurinacional. Pero no podemos seguir embretadas en el internismo. ¿Por qué no nos damos cuenta que vamos a La Plata antes de las elecciones, en la provincia que gobierna Vidal? Ella estuvo estos cuatro años tranquila porque nadie iba a La Plata, y ahora nosotras tenemos la posibilidad de ir a disputar el territorio, de llenarle las calles. Podríamos estar discutiendo temas y programas de los feminismos, planificando y juntado fuerzas para ir con algo importante. No me parece tonto el debate si es plurinacional o no, pero sí que nos estemos separando por eso. Mientras tanto los chabones cis dicen “mira cómo se pelean, como falló el feminismo”. Y por otra parte, la derecha festeja nuestras divisiones.


Tampoco creo que lo importante sea cuál es el candidato que hará que el aborto sea legal, ¿qué mensaje le estás dando a les millones de jóvenes que se movilizaron en el Congreso y en todo el país? ¿Tenemos que festejar que hay candidatas feministas en las listas, cuando esas listas no son antipatriarcales? Nosotras iremos al Encuentro e intentaremos hacer un aporte. Hay un montón de compañeras de otros espacios que tienen las mismas preocupaciones. Será cuestión de coordinar un poco más.


Tareas urgentes. Demandas del movimiento popular al nuevo gobierno


BR: Nuestro objetivo tiene un horizonte transformador, anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial y todos los anti que le querramos poner, o por la positiva, socialista, feminista, comunitario, etc. Tenemos muchas tareas, lo que pasa que en un año tan difícil como éste, a veces tenemos que ser conscientes de las limitaciones para evitar frustraciones. Los espacios de articulación entre las organizaciones están más difíciles que nunca, es lógico, pero eso pasará. Una tarea fundamental es cuidar a las organizaciones, que no se rompa todo. Hay cosas que se tiene que romper y se formaran nuevas, no hay que dramatizarlo, pero hay espacios valiosos que en este momento están transitando crisis y que tenemos que hacer un esfuerzo por superarlas. Si el macrismo tuvo algún efecto positivo dentro del campo popular, fue que en muchas cosas pudimos unirnos de una manera que durante el kirchnerismo no había sido posible. Digamos que el espanto nos une. El tema es que sigamos manteniendo esto en un próximo gobierno.


Es urgente sacar a Macri y a esta gente del poder. Pero, con el deseo de que haya un cambio de gobierno también hay que ir pensando qué va a pasar después del 10 de diciembre, porque no creo volvamos a una primavera, si alguna vez la hubo. No confío en que los intereses de ninguno de los candidatos sean los nuestros. Si imaginaramos, por ejemplo, que somos nosotras las candidatas, las feministas, socialistas… tampoco es que podemos hacer demasiado en este momento, desde el Estado. El país está fundido, endeudado como nunca antes con el FMI.


«Hay que tener puntos que generen avances en nuestras políticas y ponerle el cuerpo para exigirlos y defenderlos. Que los candidatos no se piensen que acá porque no queremos que esté más Macri, vamos a ceder».


Se vienen haciendo algunos ensayos de cosas que nos parecen fundamentales. Un ejemplo puede ser lo que las compañeras de la CTEP, la asociación Barrios de Pie y la organizaciones sociales en general, pusimos sobre la mesa, hace unos meses: la Ley de Emergencia en Violencia de Género. Eso fue una propuesta que nació de las barriadas, de las trabajadoras de la economía popular. Eso tiene que replicarse en todos los sectores. Ese proyecto refleja lo que pensamos sobre lo que necesitamos nosotras. Presentamos esa ley sabiendo que no iba a salir este año, y generamos un antecedente. Si mañana Alberto Fernández es gobierno la va a tener que garantizar.


A nivel estudiantil, les secundaries están haciendo lo mismo, pensando un programa con algunos puntos que permitan un avance en sus políticas respecto a la Educación Pública. Lo mismo tendrá que hacer el sector de la Salud, el movimiento feminista y el de los trabajadores y trabajadoras. Estamos un poco en ese camino. Nadie nos regaló nunca nada. El próximo gobierno nos tiene que encontrar con un nivel mayor de organización, mejor parados en la calle y con vocación de poder popular. No tengo ganas de vivir toda mi vida así, ni de llegar a vieja y decirle a alguien que lo intenté y fracasé. Somo muches los que compartimos este sentir y pensar. Tenemos esperanza y fuerza para seguir adelante.


-Muchas gracias Belén.


BR: A ustedes.


*Resumen Latinoamericano



Comments


bottom of page