Por Mariana Di Mauro
Cobertura Fotográfica: Julia Mottura, Antonella Giuso y Mariana Di Mauro
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En este lunes 9 de Marzo, como desde hace ya varios años en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, miles de mujeres y disidencias dejaron sus trabajos y sus casas, y salieron a las calles para volver a reclamar por sus derechos, para gritar “Ni una menos” y para pedir por el aborto libre, legal, seguro y gratuito.
Cientos de organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, organismos de derechos humanos y colectivos feministas confluyeron esta tarde en 9 de Julio y Avenida de Mayo para marchar hacia el Congreso de la Nación alzando sus carteles de protesta y sus pañuelos verdes. También marchó en unidad, como en otros años, el bloque sindical conformado por UTEP, Corriente Federal-CGT, CTA-A, CTA-T y CNCT.
Durante todo febrero y hasta el día de ayer, los barrios y los sindicatos fueron los escenarios donde se prepararon las jornadas tanto del 8M como la de hoy, a través de asambleas en las que se pusieron en cuestión demandas comunes y propuestas concretas de los distintos sectores. La violencia de género y los femicidios fue uno de los ejes que atravesó todos los encuentros. En este sentido, en la presentación de la Secretaría de Mujeres y Diversidad de la UTEP el viernes pasado, se planteó la necesidad urgente de la Ley de Emergencia de Violencia de Género que contemple un subsidio para las víctimas de violencia, el reconocimiento de promotoras de derechos y prevención de la violencia, y una red de “Casas sin Violencia” que cuenten con asistencia profesional en los barrios populares.
La huelga feminista cobra notoriedad y particularidad porque se busca dar luz al verdadero rol de las mujeres en la sociedad, aquel rol que se invisibiliza y se esconde detrás de la idea del amor o de la biología con ideas como por ejemplo “el instinto materno”. Por eso, el llamado a huelga es para todas las mujeres, no sólo para aquellas que cuentan con un trabajo formal o tradicional. En este sistema capitalista-patriarcal la jornada laboral de las mujeres no termina en sus 8 horas (con suerte) de trabajo, sino que continúa en la casa donde deben alimentar y cuidar a sus hijxs y, como si fuera poco, continúa en la calle, donde entre compañeras se organizan en merenderos o comedores para amortiguar los efectos de este sistema neoliberal que hambrea y oprime al pueblo. Como se dijo en el acto de hoy: “La deuda es con nosotras y nosotres por el valor incalculable del trabajo de cuidado que se nos asigna obligatoriamente y que, históricamente ha sido invisibilizado”.
La consigna que lideró la movilización de este año fue “Vivas, Libres y Desendeudadas nos queremos”, sintetizando las múltiples luchas que vienen enfrentando las mujeres y disidencias desde hace años. Se lucha contra los femicidios y por poder vivir sin miedo; se lucha por la libertad de decidir sobre sus cuerpos sin jueces de por medio y sin riesgo de muerte; y se lucha, también, contra una economía capitalista y neoliberal que aplasta, condena y endeuda, principalmente, a las mujeres.
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