Con el cuarto paro internacional feminista en la mira, desde el colectivo Ni Una Menos convocan a una asamblea el próximo 8 de febrero para comenzar a organizar la huelga transnacional plurinacional y feminista. Como todos los 8 de marzo desde hace 3 años, el colectivo feminista da lugar a un paro para visibilizar las desigualdades, la opresión y las violencias que sufren mujeres, trans, travestis y no binaries alrededor de todo el mundo.
“Porque cuando nos matan por ser mujeres, trans, travestis, lesbianas o maricas están queriendo aterrorizar y eliminar modos de vida que se arriesgan a inventarse en medio de la precariedad, que se juegan contra la pobreza y las violencias, que defienden los territorios del despojo del capital, que resisten la criminalización de las protestas” expresan desde Ni Una Menos.
Del primer paro hasta hoy, ha crecido el nivel de organización y también la fuerza. Cada vez son más quienes se suman a las asambleas en los barrios, a las marchas, a los debates incómodos; cada vez son más quienes se animan a cuestionar y hacerle frente a este sistema patriarcal. “Queremos ser libres y no valientes a la hora de decidir sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, a la hora de defender nuestros cuerpos-territorios de los despojos y de las violencias sexuales e institucionales”, dice el comunicado.
En América Latina en particular se está viviendo un momento crítico no sólo a nivel económico sino también social y político. Argentina está saliendo de la era Macri, en la que durante 4 años el pueblo argentino no hizo más que perder derechos, sufrir ajustes y hambrearse; Bolivia está en medio de un golpe de Estado en donde las garantías democráticas son nulas y se agudiza la persecución política; Bolsonaro en Brasil arrasa con los derechos de las mujeres y disidencias; y el pueblo chileno continúa con su lucha histórica en contra del régimen de Piñera. Con este panorama, lejos de callarse y retroceder, el feminismo pisa más fuerte que nunca y avanza.
Porque la lucha contra el patriarcado atraviesa todas las esferas, económica, cultural, política y social. Son las mujeres y disidencias quienes más sufren la pobreza, precarización, la falta de empleo, los bajos ingresos y los recortes en las jubilaciones; son también a quienes se les niegan la salud, la educación y hasta la justicia. Pero son también lxs que primero le ponen el cuerpo y se las ingenian para que todxs tengan un plato de comida y una manta para dormir. Arman comedores, unidades productivas y cooperativas. Saben que esta no es la vida que se merecen y están dispuestxs a luchar por lo que les corresponde, como dice el comunicado: “La vida que queremos no es una sobrevivencia biológica, es un deseo de dignidad”.
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