Crónicas cubanas IV
Por Mariano Pacheco, desde La Habana, Cuba.
Triple aniversario en el que se inscribe esta conmemoración Día Internacional de los Trabajadores: 500 años de la Fundación de La Habana; 80 del nacimiento de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y 60 del triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro y Ernesto Guevara.
Madrugada en el Vedado
Son las tres de la madrugada y las calles estan repletas de gente.
Cosa inédita en mi vida, me dormí minutos antes de la medianoche. Antes de la una los ruidos me despiertan, pero sigo durmiendo, aunque con dificultad. A las dos el sonido de cornetas y el murmullo callejero que entra por las ventanas del hotel, hacen que me levante. Dudo si será gente que va para el desfile porque me parece demasiado temprano, casi una exageración. Veo que el cargador del celular está enchufado pero apagado. Despues de varios intentos logro conectarlo y entonces duermo un rato más.
Pasadas las tres ya estoy bañado y en la calle. Veo mujeres, mayores, con sus pañuelos en la cabeza, sentadas en el cordón de las veredas; hombres y mujeres de uniforme militar se entremezclan caminando con jóvenes que marchan con sus parlantes en los que suena reggaetone. Un muchacho vende cornetas, una señora galletas y un señor bolsitas de mani. Hay gente que, por la edad que aparenta, es evidente que ha vivido el triunfo de la revolución, e incluso los años de lucha contra la dictadura de Batista. Otras, otros, otres, en cambio, como las y los del «Club de los 17» –según se presentan, luego de preguntarme si soy argentino– son adolescentes, casi niños y niñas. En su caso –cuentan– es la primera vez que asisten sólos, en grupo de amigos, pero aclaran que desde los diez años que van a los desfiles con sus familiares.
Me dejo llevar por la marea que avanza por calle 21, desde Avenida de los Presidentes, hasta que llego a Avenida Paseo. Tengo que doblar para el lado de 23 pero voy en sentido contrario, una cuadra, hasta 19. Allí hay, en una esquina, un grupo de personas instaladas con grandes parlantes, desde donde escuchan música y bailan. Me detengo unos minutos y sigo caminando hasta 17, donde otro grupo de muchachas y muchachos de remeras rojas hacen sonar sus cornetas, arman una ronda e insisten con el desafío hacia Ernesto, quien empieza a menear el cuerpo arriba del parlante. Las chicas sonrien y se pelean por ver quien lo va a acompañar, hasta que una mulata delgada se tira al piso y «le pasa el trapo» a Ernesto. Las chicas estallan en gritos y aplausos.
«Unidad, compromiso y victoria», se puede leer en una bandera que encabeza a un grupo de personas que ya se dirigen hacia la Plaza de la Revolución. Es el lema de 2019. En una esquina suenan tambores, en la de enfrente una pareja de militares –de uniforme verde oliva– baila salsa. Son las cuatro de la mañana y ya casi no se puede caminar por Paseo de la cantidad de gente que hay. A las 4.30 las primeras tres o cuatro cuadras, antes de la Plaza, forman una marea humana que ocupa toda la calle, de punta a punta de la avenida. El acto es a las 7…
«Nos proteje una coraza de dignidad»
En las primeras dos filas de la tribuna estamos los invitados internacionales: hay brasileños, venezolanos, palestinos, uruguayos, ingleses, chilenos, puertoriqueños, italianos, argentinos… Detrás de nosotros ocho filas más. Luego, más arriba, distintas personalidades cubanas –entre los que se destacan «Los cinco héroes»– y, finalmente –al lado del memorial José Martí– el General del Ejército Raúl Castro; el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz Canel y Ulises De Nacimiento (secretario general de la CTC).
De frente, los rostros de Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara, iluminados, observan a los asistentes que cuelgan sus banderas sobre la baranda de la grada.
A las 6.30 comienza a asomar el día, mientras los parlantes se encienden al ritmo de Silvio Rodríguez («Yo me muero como viví ). Enseguida suenan ritmos más bailables, con letras combativas y –ya de día– puede verse, de la mano de enfrente como una multitud que se ha instalado con sus banderas baila y agita sus brazos.
A las 7 en punto llegan Raúl Castro saluda y mira su reloj. Segundos después comienza el desfile. Desde el parlante anuncian que hay 103 países presentes, con personas que integran 140 organizaciones sindicales, además de mas de 1.400 amigos de Cuba.
«Revolución es conciencia del sentido histórico… Cambiar todo lo que debe ser cambiado». Se lo escucha a Fidel, a quien también se ve proyectado sobre una pantalla, en aquél discurso del 1° de Mayo.
Termina el discurso de Fidel y retornan los ritmos tropicales. Desde el autoparlante se reafirma el camino de construir el socialismo en Cuba, y también, la solidaridad con los pueblos del mundo. Las columnas avanzan y de fondo, una canción advierte: «Oye que aquí no se rinde nadie. Patria o muerte, revolución».
Abundan las banderas cubanas y las pancartas con los rostro de Fidel y El Che, pero también banderas con los colores de la lucha por la diversidad sexual y una gran cantidad de países: Venezuela; Brasil; Colombia; Siria; Palestina. Y carteles por «Lula Livre» y en solidaridad con la Revolución Bolivariana, abundan tanto entre quienes desfilan y en la tribuna.
Durante la primera media hora solo se ve transitar al bloque de trabajadores de la salud. Le siguen los de otros oficios en una fila interminable que.ocupa la calle, de lado a lado, y se extiende sin parar durante por lo menos una hora más. Al son de la conga el locutor repudia el histórico bloqueo contra Cuba, pero también el más reciente anuncio de Trump de sancionar al país bajo la aplicación plena de la Ley Helms-Burton.
«Son los sueños todavía…». Ha pasado más de una hora y media. Sin prisa pero sin pausa el desfile va llegando a su final. «Después de tanto tiempo y tanta tempestad/ seguimos caminando este camino largo por donde tu vas/por dónde tu vas…».
La canción en homenaje al Che, de fondo el rostro de Guevara y las más de 700 banderas cubanas que se intercalan con las rojas y negras que llevan la inscripción «26 de Julio» son parte del prolegómenos del cierre, cuando La Internacional es cantada por miles de personas en una nueva demostración de fuerzas del pueblo cubano, ese que conquistó el poder para poner en pie el primer proceso socialista de América Latina; el que resistió una y mil veces las embestidas imperiales norteamericanas; el que se solidarizó siempre con los movimientos de lucha del continente; el que sobrevivió a la caída de los «socialismos reales»; el que en medio del Nuevo Orden Mundial no deja de resistir, y ofrecer su ejemplo para algo más importante que tratar de ser imitado: oficiar de inspiración para nuevos amaneceres, otras rebeldías.
Mariano Pacheco, escritor, periodista e investigador. Nacido y criado en la Zona Sur del Conurbano Bonaerense. Actualmente radicado en Córdoba.
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